En la antigüedad, cuando se acercaban fechas importantes había una persona que se encargaba de anunciar a todos lo que estaba por venir, llamado: el pregonero. Anunciaba lo que venía, ese era su pregón.

Hoy, vivimos en un tiempo donde conocemos la historia de la Redención, pero seguimos escribiendo la historia de nuestra salvación. El pregón pascual ya fue dado a todos nosotros, como la plenitud que hemos recibido desde aquel año 33 de nuestra era.

Cristo ha resucitado, pero nosotros aún seguimos en este mundo. Nunca dejaremos de vivir la Pascua, lo que significa que siempre será un misterio, siempre será un asombro constante redescubrir la identidad de quiénes somos y de por qué estamos aquí. Cristo muere y resucita para redimir a cada uno de nosotros, pero ¿qué estamos haciendo para nuestra salvación?

La Pascua judía, con sus cinco copas, el pan y el cordero, llena de simbolismos, recordaba cada parte de lo que fue la liberación del pueblo de Israel, el pueblo de Dios, de la voluntad de los egipcios. Jesús celebró la Pascua, y en especial la última que tanto esperaba; convirtiendo cada parte de esa fiesta en una nueva historia, añadiendo nuevos niveles de sabiduría, de espiritualidad, que hasta el día de hoy nos siguen impresionando.

“Yo no he venido a abolir la ley, sino a darle plenitud” (Cfr. Mateo 5, 17-19). Solo a partir de esta cena es que comienzan a tener sentido estas palabras, pero todavía faltaba entenderlo.

¿Cómo podía ser eso? Cada momento al interior de la casa que aquél hombre con su cántaro de agua señaló a los discípulos (para que Cristo cenara con ellos) hasta la muerte en la cruz, es el relato de la Pascua misma, pero contado de una forma nueva y plena. ¿Cómo entender las palabras del Maestro cuando parte el pan? Esto está fuera de las normas de la pascua judía. Y en un mundo donde impera la lógica, es casi imposible entender los significados más profundos. ¿Cómo ese pedazo de pan será su Cuerpo?

Pero confiamos porque Él lo dice. Confiamos en Él, y en sus milagros.

La copa de la Redención se reparte entre los discípulos, y una vez más su contenido está fuera de nuestro entendimiento. -¿Ahora esto es su sangre?- Es la pregunta que todos se hacen. Pero después de todo se bebe de ella.

Después la cena queda inconclusa. Al leer las Escrituras, dice que te levantaste y fuiste al Monte de los Olivos, al Getsemaní a orar; te llevas a todos, pero solo tres suben contigo. Nadie tiene consciencia de que la cena nunca se ha interrumpido.

Sucede tu entrega a los sumos sacerdotes, eres apresado y en tu juicio, te acusan de blasfemia. Eres ahora reo de muerte. Justo como los corderos que tenían que pasar por el visto bueno de los sacerdotes para ser sacrificados, Tú también has obtenido la misma autorización, sin que nadie se de cuenta. El cordero ya estaba listo para la cena. La Pasión llega y enfrentas el miedo a ese dolor humano que le decías al Padre en el Getsemaní. Todo se está cumpliendo y todos siguen sin darse cuenta. Camino al Gólgota te ofrecen vino y lo rechazas, ¿por qué lo rechazas? Porque sabías que no podías volver a tomar del fruto de la vid hasta que todo estuviera hecho, y en ese momento, todavía no lo estaba.

Te ponen en la cruz, como a los corderos cuando salían del templo sacrificados; el dramatismo no puede ser más alto. Dices que tienes sed y bebes un poco de vinagre, instantes después entregas tu vida con un grito. Una lanza traspasa tu costado, y hay sangre y agua ¿qué es esto?

Sin darnos cuenta, esa fue la cuarta copa. La cena se había cumplido.

La Pascua es esto, un camino de sufrimiento del que probablemente todos podemos tener miedo, sin embargo es el paso, es el camino. El Pregón Pascual sin duda alguna es bello, siempre lo ha sido como lo fue la Resurrección y el sacrificio que se renueva en cada Misa.

Ir más allá, hasta donde Dios está, es una experiencia personal que nos mantiene vivos y es un misterio, pero a través de ese misterio nos mantenemos alegres y en paz, no con el mundo, sino en el mundo. Con Cristo resucitado.

Diego Quijano

Publica desde abril de 2019

Mexicano, 28 años, trabajando en ser fotógrafo, bilingüe y un buen muchacho.