En 1942, se creó en Munich un grupo universitario como resistencia ante el nacionalsocialismo, llamado La Rosa Blanca. Los jóvenes que lo formaban no se dejaron llevar por el auge del nacionalsocialismo, y decidieron empezar una resistencia con los medios de los que disponían. Ellos demostraron una gran valentía, deben ser considerados como un ejemplo a seguir, sobre todo para los jóvenes católicos de hoy en día. Su carácter revolucionario fue posible gracias a la búsqueda activa de la verdad, y a su capacidad para ser fieles a sus ideales.

Los principales componentes y creadores de la Rosa Blanca fueron seis: Hans Scholl, Alexander Schmorell, Christl Probst, Willi Graf, Sophie Scholl y Kurt Huber. Los cuatro primeros eran estudiantes de medicina en la universidad de Múnich; Sophie era estudiante de Biología y Filosofía; y Kurt Huber era profesor en esa misma universidad.

Los primeros panfletos fueron escritos por Hans Scholl y Alexander Schmorell. La inspiración y fortaleza para redactarlos la recibieron de unos panfletos en los que aparecían las homilías del Obispo de Munster, quien denunciaba abiertamente el Nazismo y sobre todo la eutanasia de los enfermos mentales en Alemania.

El grupo de La Rosa Blanca conoció a Theodor Haecker, filósofo y profesor, en una de las veladas a las que asistían en casa de Carl Muth. En ellas conversaban sobre filosofía y otros temas, y así se fue consolidando su pensamiento anti-nacionalsocialista y su fe. Haecker se había convertido al catolicismo tras traducir las obras de Kierkegaard y de John Henry Newman, fue el editor de la revista Hochland (Tierras altas), que estuvo prohibida durante el nazismo. Sophie Scholl habló de Haecker en una carta a su novio:

El día de tu cumpleaños estuvo Haecker con nosotros. Fueron unas horas impresionantes. Sus palabras caen despacio como gotas que se ven acumular antes y caen con especial peso en esa expectativa. Tiene un rostro sereno, la mirada parece como si se dirigiera hacia el interior. Nadie antes me ha convencido con su rostro como él.

J.M. García Pelegrín, La Rosa Blanca, Los estudiantes que se alzaron contra Hitler. 2a ed. Madrid: Libros libres, 2006, pág. 43-46

Alex les presentó a los Scholl un amigo suyo llamado Christoph, que ya estaba casado y era padre de tres hijos pequeños. Compartían la misma visión del mundo, la pasión por la naturaleza, la creación y la búsqueda de la verdad sobre el hombre; una fuerte amistad surgió entre ellos de forma natural. Con el tiempo se añadió al grupo Willi Graf, que al igual que los demás estaba interesado en la teología y la filosofía, y era estudiante de medicina con ellos. Solían juntarse en casa de Hans o de Alexander para leer en voz alta, recomendarse libros, etc.

Sophie los conoció la noche que llegó a Múnich para estudiar Biología y Filosofía. Hans leyó un poema que todos identificaron como metáfora de Alemania y al Führer. De esta forma fue creando una complicidad sobre estos temas, y una confianza y amistad mayor entre ellos. En la universidad descubrieron a un profesor, Kurt Huber, que se unió también a la Rosa Blanca fue un gran pilar para ellos. Fue a partir de junio de 1942, cuando aparecieron los primeros panfletos.

En junio, Sophie Scholl encuentra una Hoja de la Rosa Blanca bajo el pupitre en un aula de la Universidad, y la guarda entre sus apuntes; al llegar a casa, va en busca de su hermano para enseñársela. Sin embargo, Hans no está en casa. Entre los libros ve una edición de Schiller llena de anotaciones a lápiz; allí descubre citas textuales de la Hoja que ha encontrado en la Universidad. Interpelado por su hermana, Hans niega en un primer momento que él sea el autor de la Hoja; sin embargo, poco después llegan también Alex y Christl Probst, «y ese momento se convirtió en la hora de la verdad para Sophie Scholl».

J.M. García Pelegrín, La Rosa Blanca, Los estudiantes que se alzaron contra Hitler. 2a ed. Madrid: Libros libres, 2006, pág. 60

Poco después fueron enviados al frente ruso Hans y sus amigos, y se suspendió la redacción de panfletos. A su vuelta la retomarían, y en su trabajo se vió reflejado lo que habían vivido en Rusia, y la crueldad de la guerra que habían presenciado.

Emprendieron otras acciones como el hacer pintadas por las calles en las que se leía ¡Abajo Hitler! Con una cruz gamada tachada al lado, también escribieron la palabra libertad. Fue en febrero de 1943, cuando Sophie y Hans fueron delatados por un conserje que los vio repartiendo los panfletos a plena luz del día.

Por qué Hans y Sophie Scholl, en la mañana del jueves 18 de febrero de 1943, entraron en la Universidad con una maleta llena de Hojas, que repartieron a plena luz del día, poco antes de terminar las clases de las 11 de la mañana, por pasillos, delante de las aulas, por alféizares de ventanas y descansillos de la escalera, nunca se llegará a esclareces por completo. Una extraña mezcla de sangre fría y temeridad, euforia y depresión tuvo que determinar esa acción, pues durante tres semanas, y a pesar de haber aumentado notablemente sus acciones, no habían sido descubiertos.

J.M. García Pelegrín, La Rosa Blanca, Los estudiantes que se alzaron contra Hitler. 2a ed. Madrid: Libros libres, 2006, pág. 113

El 18 de febrero fueron llevados ante la Gestapo donde fueron interrogados 17 horas seguidas. La evidencia que les inculpó fue un boceto de Christoph de Hoja de la Rosa Blanca que Hans llevaba cuando fue detenido, y que intentó eliminar pero no pudo. Hans confesó para proteger a su amigo, y al saberlo, Sophie también lo hizo. Aún así más tarde Christoph fue detenido y condenado a muerte, como ellos.

Robert Mohr, su interrogador, intentó que la joven declarara que solo había actuado para ayudar a su hermano, para exculparla de estar involucrada ideológicamente. Sin embargo ella no quiso traicionar sus ideales, perdiendo así su última posibilidad de salvar su vida.

Última pregunta: durante todo el interrogatorio, que duró dos días completos, nos hemos referido (si bien solo de paso) a diversas cuestiones políticas e ideológicas. ¿No ha llegado al convencimiento, después de esas conversaciones, de que su modo de actuar y de comportarse con su hermano y con otras personas, especialmente en la fase actual de la guerra, ha de verse como un crimen frente a la sociedad y en particular frente a las tropas que están luchando tan encarnizada y duramente en el Este, que ha de ser castigado del modo más duro posible.

Respuesta: Desde mi punto de vista he de responder negativamente. Sigo siendo de la opinión de que he hecho lo mejor que podía para mi pueblo. Por tanto, no me arrepiento de mi modo de actuar y estoy dispuesta a asumir las consecuencias que se deriven de mi actuación.

Sophie Scholl, acta de interrogatorio de la Gestapo, 20 de febrero de 1943

Dos meses después también fueron acusados de alta traición y condenados a muerte Kurt Huber, Willi Graf y Alex Schmorell. El único que fue absuelto por falta de pruebas fue Falk Harnack. Podría decirse que fueron un modelo de jóvenes para nuestro tiempo, deben ser considerados héroes de la rectitud de conciencia, y de la búsqueda de la verdad.

Para la escritura de los panfletos, los jóvenes de la Rosa Blanca se apoyaron en el pensamiento político de Aristóteles, Schiller, Leibniz, Goethe, y en el campo de la filosofía y la religión secundaron el pensamiento de San Agustín, Santo Tomás de Aquino, y Novalis entre otros. Es por medio de la búsqueda de la verdad, la felicidad y el bien que entienden la necesidad de actuar frente este régimen despótico.

Gracias a las clases de Kurt Huber sobre La Teodicea de Leibniz, el resto de componentes de La Rosa Blanca pudo tener también “una explicación del origen del mal y del pecado original”, como dice J.M. García Pelegrín. Este hecho de comprender el origen del mal les ayuda a entender que, a pesar de existir el mal en el mundo, el bien es posible. Entienden que el mal existe, pero puede ser combatido, y que ellos deben oponerse al mal.

Aristóteles en su obra Sobre la política, escribe un capítulo sobre el modo de conservación de las Tiranías. Para controlar al pueblo y mantener el poder, un tirano tiene que lograr que el pueblo sea pusilánime, que no tengan confianza en ellos mismos para revelarse, etc. La Rosa Blanca mostraba cómo el nacionalsocialismo controlaba a sus súbditos y los sometía a una tiranía. A través de ello, mostraban que el nacionalsocialismo era una dictadura y que debía caer, ya que no favorecía al ciudadano, sino que lo dominaba y se aprovechaba de él. El estado se aprovechaba por el miedo de la población y de su subordinación al estado.

En uno de sus escritos llamado Escritos de filosofía de la historia, Schiller presenta «la universalidad y unidad inmutable de las leyes de la naturaleza y del espíritu humano»; que significa que la naturaleza del hombre es siempre igual y no cambia a través de los siglos. Eso le permite relacionar el pasado con el presente. La Rosa Blanca expone en un panfleto la metáfora de cómo el estado de Esparta era dominado por Licurgo, y vivía bajo unas leyes que buscaban solo favorecer al estado.

El Estado (de Licurgo) solo podía mantenerse bajo una única condición: que se paralizara el espíritu del pueblo; es decir, solo se podía conservar errando el más alto y único fin del Estado. Documento sobre la Rosa Blanca. Op. cit. pág 145

La Rosa Blanca nombra en el primer panfleto la cuarta escena del segundo acto de El despertar de Epiménides de Goethe, en la que hablan los Genios y la Esperanza. En esta escena empiezan los genios diciendo que todo aquello que ha surgido de las tinieblas debe evitarse que llegue al poder, y volver al abismo junto con todos aquellos que se unan a él. Es entonces cuando la Esperanza responde diciendo que todos los valientes reunidos en la noche que le siguen, deben demandar la libertad, como La Rosa Blanca hizo.

Los jóvenes de la Rosa Blanca entendieron que la religión y la moral son la cuna de Europa, y son los pilares mediante los que se debe sostener. Es por ello que en los panfletos claman por un retorno a la religión y a Dios. Es un llamamiento a la conciencia de todos los cristianos alemanes para que se despertaran y se opusieran al régimen. Compararon el tiempo de Novalis, las guerras napoleónicas, con el suyo en plena segunda Guerra Mundial. Entienden que a través de la religión, la seguridad volverá a Europa y ordenará la sociedad de nuevo.

Sólo la religión puede despertar otra vez a Europa y dar a los pueblos seguridad, e instalar con nuevo esplendor la Cristiandad visible sobre la tierra, en su antigua y pacificadora función. Novalis, Estudios sobre Fichte y otros escritos.

Gracias a San Agustín y a Santo Tomás de Aquino, los jóvenes de La Rosa Blanca pusieron las bases de sus creencias, y tuvieron la capacidad heroica de oponerse al régimen. Ellos entendían que la violencia del Tercer Reich era inhumana, y que ante esto ellos no podían responder con más violencia, sino con otra forma de resistencia. La resistencia pasiva alentaba a los alemanes a ayudar acabar con la maquinaria del estado. De esta manera si cada uno se resistía a ayudar a esta maquinaria por fuerza, esta tendría que detenerse.

Como conclusión, los miembros de la Rosa Blanca pueden ser considerados héroes. Ellos fueron consecuentes con sus acciones, quisieron luchar contra el mal, a pesar de poner su vida en riesgo. Todos ellos fueron grandes lectores, y encontraban gran interés en estudiar.

Sophie y sus amigos buscaban la verdad, y proponían un ideal de vida diferente al que se vivía en ese momento en Alemania. Proponían un gobierno federalista que se preocupase del bienestar del ciudadano, y que buscase su felicidad, no un gobierno despótico y autoritario. Proponían una vida consecuente con sus ideales y pensamientos, en la que los hombres libres se pudieran expresar sin miedo.

Estos jóvenes son un ejemplo de madurez y coherencia, que no deja indiferente a quien los conoce. No podemos dejar que nuestra sociedad caiga porque no se hizo nada por evitarlo. Por ello hablar sobre ellos, no solamente hace que su memoria no desaparezca, sino que también contribuye a que el mundo despierte, y se dé cuenta de la necesidad que tiene de ponerse en pie y trabajar para hacerlo mejor para todos.

Guadalupe Belmonte

Publica desde marzo de 2019

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De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.