El papel de los jóvenes parece que no pasa desapercibido a lo largo de toda la historia. Para bien o para mal, siempre son los nombrados, siempre son los protagonistas de grandes acontecimientos.

Por mucho que pase el tiempo, parece que en cada etapa de la historia, los jóvenes somos aquel puñado de la sociedad a la que no se la toma en serio y por eso mismo, nos echan en cara muchos errores y nos etiquetan de forma errónea. No creo que sea la única joven que sienta que por el mero hecho de serlo, nos tengan menos en cuenta y nos escuchen menos.

Es cierto que la juventud es sinónimo de pasión, de aventuras, de emociones, de conocer, pero por lo tanto de construir, de crecer, de enriquecerse, de sorprenderse. 

Hay en los jóvenes un espíritu revolucionario, soñador, inquieto e inconformista que nos da la posibilidad de cambiar el mundo. Pero de cambiarlo a bien, de poner nuestros dones y nuestro espíritu luchador y creativo al servicio de acercar la sociedad a la Verdad y a la Belleza. De hacer posible un mundo más justo, más coherente y más bello.

Por lo tanto, ser joven no es solo ser un puñado de decisiones impulsivas y pasionales, sino que, gracias a la grandeza de espíritu que tenemos, de nosotros dependen muchas cosas. 

Los jóvenes no somos el futuro, sino el ahora de Dios. Papa Francisco

Fue en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá (en 2019) donde el Papa Francisco criticó a una sociedad que tranquiliza y adormece a los jóvenes para que no hagan ruido, para que no se pregunten ni pregunten, para que no se cuestionen ni cuestionen.

En cambio Jesús nos grabó en el alma ciertos anhelos que debemos perseguir y saciar, nos puso un corazón revolucionario y despierto para que Le ayudemos a transformar el mundo. 

De la sana educación de la juventud depende la felicidad de las naciones. San Juan Bosco

San Juan Bosco también nos recuerda que no hay jóvenes malos, sino que hay jóvenes que no saben que pueden ser buenos. Muchas veces nos hace falta que nos recuerden todo el bien que podemos hacer simplemente dando lo mejor de cada uno, al tiempo que estudiamos, trabajamos o hacemos cualquier actividad.

Toda persona tiene dentro de él algo bueno. La noticia es que usted no sabe lo grande que puede ser. Cuando se puede amar, ¡Cuánto se puede lograr! Ana Frank

La juventud, en palabras de San Josemaría, no debe ser una especie de tiempo de espera, a resultas de lo que las circunstancias y el destino nos acabe por deparar. Es una época densa, llena de sentido en sí misma y preñada de pulsiones que apuntan hacia el futuro. Y si se vive cara a Dios, el espíritu de la juventud acaba por teñir todo el curso de la vida terrena, ya que, desde una perspectiva de eternidad, siempre estamos comenzando. 

Hace falta una sociedad que fascine a los jóvenes, que despierte las inquietudes dormidas, una sociedad que nos abra los ojos, que haga enamorarnos de la vida.

No debemos estar siempre esperando a una sociedad mejor, somos nosotros los que día a día tenemos que formarla. Llevando en nuestro equipaje diario la entrega, la alegría, la lucha, el optimismo, el esfuerzo y el amor a los demás basándolo en lo que Cristo nos ama a nosotros. ¡Es posible!

Desde siempre tenemos jóvenes que han luchado por lo que han creído: Sophie Scholl fue una joven alemana cristiana que tuvo la valentía de revelarse contra el régimen nazi, Dorothy Day fue una joven de los años 90 conversa al catolicismo que fundó una asociación para defender los derechos de los trabajadores. Y así, muchas más historias de jóvenes valientes.

Tantos jóvenes que son héroes desconocidos que levantan la sociedad con sus obras, con sus sacrificios diarios, con su ejemplo, ellos son la roca que sostiene la sociedad. ¿Acaso se ve el motor de un coche? No, pero es lo que hace que funcione. De esta manera hay muchos  jóvenes que ocultos hacen tanto bien y acercan a otros a descubrir la verdadera Belleza. Como dice la joven Santa Teresita del Niño Jesús: pasemos nuestro cielo en la tierra haciendo el bien. 

Que nadie te menosprecie por ser joven. 1 Timoteo 4,12 

Demostremos que no solo nos interesa lo trivial. Saquemos nuestra fortaleza interior para cumplir grandes metas y ser rebeldes en lo que verdaderamente importa: llenarnos de Cristo y llevar la Verdad y la Belleza a los demás. Es una etapa donde tenemos que empaparnos lo máximo posible de Cristo y de nuestra Madre María.  

No nos desanimemos, pues somos pequeños faros que iluminan el camino a otros, seamos alegres y optimistas.

Sigue ese hilo de esperanza, llega a la Verdad, y que esa Verdad sea lo que te llene. Coge impulso con los sacramentos y todo lo demás se te dará por añadidura. 

Beatriz Azañedo

Publica desde marzo de 2019

Soy estudiante de humanidades y periodismo. Me gusta mucho el arte, la naturaleza y la filosofía, donde tenemos la libertad de ser nosotros mismos. Procuro tener a Jesús en mi día a día y transmitírselo a los demás. Disfruto de la vida, el mayor regalo que Dios nos ha dado.