La Fiesta de las Primicias es parte de las primeras tres fiestas dentro del calendario que Dios le entregó a Su Pueblo. Esta fiesta es conocida en hebreo como “Bikkurim” donde se celebra y reconoce que la mano de Yahweh derrama bendición y provisión sobre Su Pueblo.

En la fiesta de Bikkurim se entregan las primicias de los primeros frutos, y esta fiesta si bien se establece en Ex 23, 15-19 en conjunto a las otras fiestas, se encuentra mejor detallada en el libro del Levítico: “Y habló Jehová a Moisés diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, y seguéis su mies, traeréis al sacerdote una gavilla por primicia de los primeros frutos de vuestra siega. Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá. Y el día que ofrezcáis la gavilla, ofreceréis un cordero de un año, sin defecto, en holocausto a Jehová. Su ofrenda será dos décimas de efa de flor de harina amasada con aceite, ofrenda encendida a Jehová en olor gratísimo; y su libación será de vino, la cuarta parte de un hin. No comeréis pan, ni grano tostado, ni espiga fresca, hasta ese mismo día, hasta que hayáis ofrecido la ofrenda de vuestro Dios; estatuto perpetuo es por vuestras edades en dondequiera que habitéis”. (Lev. 23, 9-14)

La palabra hebrea para primicias significa “una promesa por venir” y comparte la misma raíz, Bekhor, con la palabra que significa “primogénito”. Entonces podemos decir que las primicias son un acto profético del futuro.

En el libro del Éxodo dice: “Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerán a la casa de Jehová tu Dios” (23, 9) y también Dios dice: “no demorarás la primicia de tu coseche ni de tu lagar” (22, 29). La fiesta de la Siega (otra manera de llamarle a la fiesta de Bikkurim) fue ordenada por Dios, y como Él quiere que aprendamos de sus fiestas, la seguimos conmemorando hoy en día. Estamos conmemorando las bendiciones de Dios, estamos aprendiendo el propósito de Dios y su plan de salvación para la humanidad.

En términos actuales podríamos decir que estamos “mal programados”, porque solemos querer ser el centro de atención, queremos que nos atiendan primero, hacemos todo por llamar la atención, miramos nuestro propio ombligo y somos muy “yo-yohistas” y con esto quiero decir que es necesario una “actualización de software” o mejor dicho una “reprogramación”.

¿Y esto por qué? Por medio de la celebración de la fiesta de las primicias, el Señor quiere que recordemos que el primer lugar es de Él.  Él desea ser el primero en nuestra vida, en nuestras labores y en todo lo que hagamos, y Él quiere que le demos a Él lo primero, lo mejor.

Vamos a remontarnos al Génesis, Adán fue creado para amar a Dios, pero por su desorden de prioridades pecó, se olvidó que el primer lugar le pertenece a Dios. A raíz de su pecado nuestras prioridades se desordenaron. Y si bien hubo un desorden en su vida, podemos observar que con Caín y Abel se celebró el Bikkurim (que aún no estaba instituido como tal). Observemos:

Después dio a luz a su hermano Abel. Abel fue pastor de ovejas; y Caín, labrador de la tierra. Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda al Señor.  Abel también trajo una ofrenda de los primogénitos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y el Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda. Gn 4, 2-4

¿Por qué le cae mejor una ofrenda? Porque es clara la Palabra cuando dice “le ofreció lo mejor del rebaño”, en ese simple versículo se esconde una perla preciosísima:  Dios Padre nos otorga al Cordero (Jesús) como forma de primicia a nosotros, las primicias que habla el Antiguo Testamento son una sombra de la gran primicia que fue y es Jesucristo. Pero no nos vamos a detener en esto.

A partir del pecado de Adán todos estamos “mal programados”, venimos con el pecado original, pero el Espíritu Santo nos tiene que tocar, bendecir para darle el primer lugar al Señor, es el Espíritu Santo que tiene que traer convencimiento para darle el primer lugar a quien le corresponde, y solo le corresponde al Rey de Reyes y Señor de Señores. Porque la meta del Espíritu Santo no es que hagas milagros o que hables en lenguas, sino que su meta es “llevarte por los senderos de la Verdad” (Jn 16, 13-14). Su meta es que le des a Dios el primer lugar.

Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Sal 127, 1

Este salmo lo dice todo. A menos que Dios permanezca en el centro de tus esfuerzos, tu labor será en vano. No podemos pelear, construir, cosechar o planear lo bastante bien para obtener algo permanente si no incluimos a Dios en nuestra estrategia, si no le damos el lugar que le corresponde. Solamente Él nos puede dar seguridad de que todo nos saldrá bien si está en primer lugar.

Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Mt 19, 29

Seamos claros, Dios no le va a cumplir los sueños a aquellos que se sacrifican, Dios le va a cumplir los sueños a aquellos que lo tengan en primer lugar. Mantener las prioridades es el gran reto, nadie tiene escapatoria, todos establecemos prioridades, pero… ¿están bien?

El reto no es poner una empresa, muchos ponen empresas, el reto es poner a Dios en primer lugar; el reto no es ir a la iglesia, porque hasta el Diablo se sienta en los bancos de las iglesias, el reto más grande que tenemos no es cantar, predicar, el reto es poner a Dios en primer lugar. Si no lo hacemos el Salmo 127 se hará realidad. Y si Dios es tu prioridad ¿quieres saber que te pasará? Te invito a leer Deuteronomio 28, te lo resumo: ¡Vas a ser lleno de bendiciones!

La primicia es una honra y “Él de su voluntad nos hizo nacer para que seamos primicias de sus criaturas” (St 1, 18), entonces podemos entender que cuando él nos creó, fuimos sus primicias y en nosotros está contenida la bendición de Dios para ser soltada. Las bendiciones necesitan ser soltadas para que otros conozcan a Jesús. La Iglesia también es la primicia: es la primicia que va a causar que el resto de la masa afuera encuentre bendición y salvación.

Vayamos a la Palabra:

 El pueblo me honra; pero su corazón está lejos de mí. Is 29, 13 ; Mt 15, 8

Cuando hablamos de corazón en el Antiguo testamento, estamos refiriéndonos a la totalidad de la persona, lo profundo, su todo, el conjunto de cuerpo, mente y alma. Se habla mucho en la Iglesia acerca de un cambio de corazón, un cambio de espíritu, un cambio en nuestra alma. Pero se habla poco de un cambio en la manera de pensar. (cfr. Romanos 12:2). El libro de los Proverbios 16, 9 declara que “el corazón del hombre piensa su camino; mas Yahveh endereza sus pasos”. A uno le corresponde poner de su parte para cambiar el corazón, “reprogramar” las prioridades  y Dios se vale de eso para enderezar nuestros caminos.

Tenemos un propósito, Dios nos creó, somos Su primicia, pero también está en nuestra libertad entregarle primicia. Somos de Dios, “¿o ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está entre vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1Cor 6, 19-20). , San Pablo nos dice: “os ruego hermanos por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Rm 12, 1). Dios espera que le des primicia.

Querido hermano: es hora de establecer prioridades, “porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mt 25, 13). Es hora de “reprogramarnos”, de darle el primer lugar a Dios para que seamos “redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero (Ap 14, 4). Ya dijimos que Somos primicia, y la primicia es el fruto selecto, lo mejor… ¿estamos listo para entregarle lo mejor de todo nuestro ser, nuestro cuerpo, mente y alma, nuestro corazón al Señor para que Él enderece nuestros caminos y nos guie hacia sendas de justicia, hacia las bendiciones que más anhelamos? ¿Estás listo para cosechar, y cosechar en abundancia? ¡Aún estás a tiempo de entregar tu primicia!

Gabriel M. Acuña

Publica desde marzo de 2020

Argentino. Estudiante de Psicología. Diplomado en liderazgo. Miembro de Fasta. Consigna de vida: "Me basta Tu gracia" (2 Cor 12, 9). Mi fiel amigo: el mate amargo. Cada tanto me gusta reflexionar y escribir, siempre acompañado del fiel amigo. ¡Totus Tuus!