La Epifanía es el día en que la Iglesia recuerda la venida de los tres Reyes Magos que fueron a adorar a Jesús. Este hermoso relato de la visita de los Reyes Magos se encuentra en Mateo 2, 1-12.

Es común escuchar la palabra “epifanía”: se puede usar para describir cualquier cosa, desde alguien que declara que tiene una gran idea sobre su futuro hasta algo tan simple como descubrir una ruta más rápida a casa. Como con cualquier cosa, la palabra puede perder su significado cuando se usa constantemente en una variedad de circunstancias.

La palabra epifanía en realidad significa “manifestar” o “revelar” algo que una vez estuvo oculto. Es como el momento en que se retira todo el papel de regalo para revelar la belleza de un regalo en el interior. Por supuesto, los Reyes Magos no arrancaron ningún papel de envolver alrededor de Jesús. En cambio, su visita, guiada por la estrella, reveló quién es realmente Jesús: ¡el verdadero Dios y el verdadero Rey de toda la creación!

Sin embargo, lo que separa nuestra celebración de la Epifanía como cristianos es que sabemos por qué esta historia es tan importante. Es más que una historia fantástica o un cuento de hadas: ¡es la verdadera Palabra de Dios la que nos dice lo que Jesús ha hecho por nosotros!

Los tres Reyes Magos recibieron una señal de que iban a adorar al recién nacido Jesús. En ese momento, Dios se reveló a los Reyes Magos de una manera muy real y nunca fueron los mismos. Este evento que ocurrió hace unos 2000 años significa una cosa muy importante para nosotros: Dios se nos revela continuamente.

Al hablar sobre la Epifanía, es importante recordar tanto el qué como el por qué. Para muchos niños (y también para adultos), los eventos en la historia de la llegada de los Reyes Magos son muy memorables. Nos encanta pensar en la estrella en el cielo, el viaje desde lejos y los regalos traídos por los Reyes Magos.

La realidad de la Epifanía nos da el privilegio de buscar a Dios, tal como los Reyes Magos lo buscaron (¡y lo encontraron!) hace muchos años. Aunque la mayoría de nosotros nunca recibirá una estrella brillante en el cielo, todos tenemos un Salvador que no solo vino a nosotros como un bebé, sino que desde el comienzo de Su vida eligió revelarse a todos los que eligen buscarlo.

Aquí hay dos puntos clave para recordar al compartir la historia de la Epifanía:

El primer punto es que Jesús es nuestro Rey, que nos salva. ¿Recuerdas los tres regalos que los Reyes Magos le trajeron al niño Jesús? ¡Sus dones tenían significados especiales que nos dicen más sobre quién es Jesús! El regalo del oro nos recuerda que Jesús es Rey. El don del incienso nos recuerda que Jesús es Dios verdadero. Él escucha y contesta todas nuestras oraciones. El don de la mirra nos recuerda que Jesús sufrió, murió y fue sepultado por nosotros. Pero sabemos que la historia no termina ahí. Resucitó en Pascua porque es Dios y ahora reina como Rey por toda la eternidad.

El segundo punto a tener en mente es que Jesús vino por todas las personas. Piensa en lo lejos que viajaron estos sabios. No lo sabemos con certeza, pero algunos estudiosos estimaron que les tomó dos años encontrar a Jesús. ¡Deben haber venido desde muy lejos de Belén! Pero su recompensa fue conocer la belleza del Niño Dios. A lo largo del tiempo, la Iglesia ha usado el día de la Epifanía como un recordatorio de que Jesús vino para todas las gentes, no solo para el pueblo judío, no solo para las personas en una determinada ciudad o estado, no solo para las personas de un determinado color de piel o etnia. ¡Jesús vino por todos, y esa es una buena noticia que vale la pena compartir!

Para nosotros, esto significa tener el coraje de buscar a Dios en las epifanías cotidianas. La realidad del Evangelio es que Dios se nos revela constantemente, en nuestra relación con nuestros amigos y familiares, nuestro trabajo y el mundo que nos rodea. Estamos llamados a hacer lo que hicieron los Reyes Magos: asimilar nuestras experiencias, mirar hacia arriba y ver cómo Dios podría estar usándolo para cambiar nuestros corazones.

Parte de la belleza en la historia de los Reyes Magos es que fueron transformados para siempre no solo porque eligieron seguir el camino que se les había indicado, sino porque estaban dispuestos a dejar que la presencia de Dios los cambiara. Esto es algo de lo que podemos aprender: no importa en qué estado nos encontremos en la vida, las impresiones que recibimos de Dios siempre serán más claras cuando se nos presente en oración.

Las epifanías cotidianas están destinadas a recordarnos que Dios está trabajando de manera real no solo en nuestras vidas, sino también en nuestro mundo. Y así como los Reyes Magos viajaron en un grupo de tres, encontraremos estas epifanías cotidianas con la compañía de otros. Dios usa todo lo que puede para mostrarnos su voluntad para nuestra vida, y esta gran fiesta de la Iglesia es una prueba de que la vida cristiana a menudo es más clara cuando se camina con otras personas.

El desafío para nosotros es avanzar como lo hicieron los Reyes Magos: no seguir una estrella, sino elegir buscar y encontrar a Dios en cada parte de nuestras vidas. Al buscar activamente estas epifanías cotidianas, recibiremos la claridad que tanto deseamos, así como al realizar una de las tareas más importantes de la vida cristiana: ponernos en la presencia de Dios.

Abner Xocop Chacach

Publica desde septiembre de 2019

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Joven guatemalteco estudiante de Computer Science. Soy mariano de corazón. Me gusta ver la vida de una manera alegre y positiva. Sin duda, Dios ha llenado de bendiciones mi vida.