A lo largo del año litúrgico celebramos el misterio de nuestra Salvación, que realizó Nuestro Señor Jesucristo. Centro de éste es el misterio Pascual, en el cual, mediante su muerte en cruz y su resurrección, nuestro Salvador nos redimió. Al asumir nuestra realidad humana y con su sacrificio en la cruz, nos salvó de la muerte eterna.

El año litúrgico encuentra su centro en el Sagrado Triduo Pascual. Mediante las celebraciones de éste, se conmemora la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor. El viernes Santo recordamos su muerte redentora, el sábado santo contemplamos en silencio expectante su “descendimiento” al abismo, y el Domingo de Pascua nos gozamos de su Resurrección.

La fiesta judía de la pascua se celebraba desde hacía tiempo. Poco a poco las comunidades judeocristianas, de fundación apostólica, se apartaron del sentido judío de la fiesta y asumieron la centralidad de Cristo en ella. Aunque al inicio hubo una discusión encendida por la fecha de la celebración: el 14 del mes judío de Nisan (la fecha judía de la pascua) o el domingo posterior a esa fecha del calendario hebreo. En el concilio de Nicea del año 325 d.C, se determinó que la fiesta de la pascua se celebrase el domingo posterior al primer plenilunio de primavera.

La liturgia, a través de la belleza de sus ritos elocuentes, nos transmite la importancia de este acontecimiento de salvación. Ciertamente cada celebración cuenta con gestos cargados de significado, además del sentido del día. En este artículo me limito a realizar brevemente un repaso, un resumen o sinopsis de ellos. Veamos ahora desde una perspectiva litúrgica estos días.

Jueves Santo:

Propiamente el jueves santo no forma parte del Triduo Pascual, recuerda que las grandes Solemnidades inician la tarde anterior (la Víspera). Por tanto, la tarde del jueves santo, tenemos, por así decirlo las vísperas del Sagrado Triduo Pascual, con la Misa Vespertina de la Cena del Señor que funge como Solemne introducción del Sagrado Triduo Pascual. 

En la Misa in Coena Domini recordamos la Institución del Eucaristía, la institución del Sacerdocio y el grande mandamiento del amor fraterno. Las lecturas nos hablan de la celebración judía de la pascua, la narración de la institución eucarística más antigua que poseemos y el lavatorio de los pies. Después de la homilía se realiza el lavatorio de los pies, que evoca el gesto cumplido por Jesús. La Eucaristía prosigue como de ordinario, hasta la oración después de la comunión posteriormente a ésta se lleva a cabo la traslación del Santísimo Sacramento, que permanecerá en un altar fuera del presbiterio hasta la celebración de la Pasión del Señor el Viernes Santo. La celebración concluye en silencio, sin la bendición y sin el envío de costumbre “Pueden ir en Paz…” diciéndonos indirectamente que aun no ha terminado esta celebración.

En la Misa, durante el canto del gloria sonarán las campanas; las mismas que no sonarán hasta la vigilia pascual. Al terminar la celebración el altar es desnudado: le es retirado el mantel, las velas y se cubren las imágenes y el crucifijo.

Viernes Santo de la Pasión del Señor:

El día del sacrificio cruento de nuestro Salvador, día de duelo y de profunda oración, contemplamos su gran amor por nosotros que dio la vida en la cruz. Contemplamos a Jesús abandonado en la Cruz. Día de silencio. En la celebración litúrgica de la pasión del Señor, vemos una serie de gestos para recordar que éste es un día de ayuno simbólico para nuestros sentidos. Del oído: no se suenan las campanas. Del olfato: no se usa el incienso. De la vista: las imágenes están cubiertas por un velo.

En los primeros siglos este día fue totalmente sin ninguna celebración. Poco a poco, a partir del siglo IV se fue consolidando con las tres partes con las que hoy lo conocemos: Liturgia de la Palabra, Adoración de la Cruz y Sagrada Comunión. La celebración inicia en silencio, sin el canto consueto; el sacerdote, revestido como para la Misa, llega acompañado de los ministros, y delante del altar se postra en tierra.

Después tiene lugar la Liturgia de la Palabra, en la cual se proclama la Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan. Al terminar la homilía, se desarrolla la gran Oración Universal que consta de diez peticiones en la cual la comunidad ora por todos.

Posteriormente tiene lugar la Adoración de la Cruz; a partir de este momento, y hasta la vigilia pascual nuestra atención y nuestra mirada están fijos en ella, adorando y agradeciendo el gran amor que nos ha tenido el Señor.“Miren el árbol de la Cruz, en la cual estuvo clavado Cristo, el salvador del mundo”, dirá el ministro. Después se pasará a realizar un gesto de veneración del misterio de la cruz.

Tendrá lugar después la Sagrada Comunión, y terminada ésta se realizan dos oraciones; una de ellas sobre el pueblo. Posteriormente se retira el celebrante, acompañado por los ministros, en silencio. Nuevamente sin dar la bendición ni el envío, casi a significar que la celebración que inicio el día precedente aun no ha concluido.

Sábado Santo:

El Sábado santo, de la misma manera que el viernes santo, no se realiza el sacrificio eucarístico. Es un día de silencio y de contemplación. La comunidad expectante se tiene fija la mirada en la cruz del Señor. Creo que la belleza y elocuencia que tiene la lectura patrística, del oficio de lectura de éste día puede ofrecer una orientación para comprender lo que recordamos:

¿Qué es lo que pasa? Un gran silencio se cierne hoy sobre la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo; la tierra está temerosa y no se atreve a moverse, porque el Dios hecho hombre se ha dormido y ha despertado a los que dormían desde hace siglos. El Dios hecho hombre ha muerto y ha puesto en movimiento a la región de los muertos.
De una antigua Homilía sobre el santo y grandioso Sábado

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor,

Vigilia Pascual en la Noche Santa:

La Madre de todas las vigilias, como la definía san Agustín, es el culmen y fulcro del triduo pascual, es la celebración por excelencia. En la antigüedad la comunidad se reunía en la noche y terminaba esta vigila al despuntar el alba del Domingo de la resurrección del Señor. La celebración actual prevé cuatro momentos: Lucernario, Liturgia de la Palabra, Liturgia Bautismal y Liturgia Eucarística.

El Lucernario es el solemne inicio de esta vigilia, contiene gestos muy particulares: la bendición del fuego, la preparación del cirio pascual, su encendido e introducción con procesión de éste en su lugar. Culmen del lucernario es el canto del pregón pascual, en el cual se anuncia la resurrección de Cristo, se hace un breve repaso de la historia de la salvación y mediante un lenguaje poético irrumpe la alegría pascual. Finaliza este canto recordando que el Cirio Pascual es el Signo de Cristo resucitado que venció las tinieblas de la muerte.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,

en las que se inmola el verdadero Cordero,

cuya sangre consagra las puertas de los fieles[…]

Ésta es la noche

en que, por toda la tierra,

los que confiesan su fe en Cristo

son arrancados de los vicios del mundo

y de la oscuridad del pecado,

son restituidos a la gracia

y son agregados a los santos.[…]

¡Que noche tan dichosa

en que se une el cielo con la tierra,

lo humano y lo divino!

Pregón Pascual

La liturgia de la Palabra tiene lugar después del lucernario, en la cual a través de los momentos mas significativos de la historia de la salvación la comunidad es preparada para llegar al momento culmen de esta: la resurrección de Cristo.  Después de las lecturas del Antiguo Testamento tiene lugar el canto del Gloria, que anuncia el desborde de la Alegría Pascual. El canto del Aleluya, que se había omitido desde el miércoles de Ceniza, hoy anuncia nuevamente el gozo por la victoria de Cristo.

La liturgia bautismal en esta noche santa está íntimamente ligada a la tradición de la iglesia, ya que en los primeros siglos, solo en esta noche se realizaba el bautismo de los catecúmenos que se habían preparado con anterioridad e intensamente durante la cuaresma. En aquellos lugares donde no hay bautismos, se bendice el agua y se renuevan las promesas bautismales de una forma solemne.

La Liturgia Eucarística en esta noche tiene particular significado, ya que es la celebración principal del Año litúrgico y algunas expresiones nos lo recuerda. El prefacio hace eco del gozo pascual. La Plegaria Eucarística nos recuerda que estamos viviendo y conmemorando la noche santísima en que Cristo rompió las cadenas del pecado.

Y al final de esta celebración, ahora sí se encuentra el envío, casi a decirnos que esta vez sí somos enviados a anunciar el misterio central de nuestra fe:

Pueden ir en paz, aleluya, aleluya

Demos gracias a Dios, Aleluya, Aleluya.

Inicia así el tiempo pascual: tiempo del gozo y de la alegría, de la belleza de la resurrección de Cristo. El Triduo Pascual concluye con las Vísperas del Domingo de Pascua, día que tendrá eco en toda la semana siguiente, en la octava de Pascua.

El Triduo Pascual es el centro y culmen del año litúrgico. En él celebramos los misterios fundamentales de nuestra fe, Cristo nuestra pascua ha sido inmolado, él ha pagado nuestra deuda al Padre y celebramos el memorial de su pasión y muerte redentora, y su resurrección gloriosa.

Ernesto Camarena

Publica desde febrero de 2022

Soy un religioso Pavoniano, inflamado de amor de Dios. Mexicano viviendo en Italia. Actualmente soy un estudiante de Teología. La Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia me fascinan. Me encanta leer y escribir acompañado de un buen café. «Me has llamado Amigo»