En la época de la inmediatez, los procesos lentos son un defecto. El hombre se ha propuesto como objetivo ser eficiente en la realización de sus trabajos y en el uso del tiempo, evitando desperdiciarlo con tal de ser lo más productivos posibles. Esta dinámica social nos ha convertido en ciudadanos de la premura, dejando de lado lo esencial de la existencia humana.
“El tiempo es oro” reza un muy conocido adagio popular. Por lo tanto, en la cultura de la inmediatez debes vivir en pos de él, esclavizar tu vida a él, para que seas una persona valiosa, especialmente en el plano laboral.
No obstante, estas lógicas humanas distan mucho de la belleza de la lógica divina, pues para el Señor lo que realmente vale oro es nuestra vida misma. Él, como Dueño de todo, ha dispuesto del tiempo no para que lo convirtamos en un ídolo más, sino para que, a través de él, le conozcamos, le sirvamos y le amemos.
Si el Señor no construye la casa, en vano se afanan los albañiles Salmo 126, 1
Contemplar las palabras del Salmo 126 puede ayudarnos a interiorizar la belleza de lo que significa vivir en la confianza del Señor. El frenetismo en el que constantemente estamos inmersos en la actualidad puede llevar a considerarnos como únicos amos de nuestra existencia, como modeladores de la realidad, pues el esfuerzo propio se vende como camino al tan ansiado paraíso terrenal de nuestros días: el éxito.
Sin embargo, vacío es el esfuerzo humano si no nace de la intención de querer agradar en todo a Dios, de cumplir en todo Su Santa Voluntad.
El versículo 1 de este Salmo sintetiza adecuadamente adonde muchas veces nos llevan los afanes infundados. El corazón del hombre siempre tendrá anhelos de grandeza, pero estos deseos, incorrectamente encaminados, pueden alejarnos del propósito de Dios en nuestra vida.
Es así como podemos pasarnos la vida persiguiendo un sueño o detrás de un ideal. Pero si este sueño o ideal no está dentro de los planes de Dios, vano resultará nuestro esfuerzo. Cuando esto nos sucede llega la decepción, y es fácil renegar de la vida, de nosotros mismos y hasta de Dios.
Solemos asociar los “no” de Dios al motivo de que nuestra oración no es escuchada, incluso llegar a creer que Él no nos quiere, ignorando el hecho de que la negación de Dios nos protege de una caída mayor, o en algunos casos, nos encamina a buscar sueños más encumbrados.
Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia Salmo 126, 1
Si el Señor no custodia tu corazón y sus intenciones, en vano fundas tus proyectos. El único medio para conocer el propósito que el Señor tiene para tu vida es a través del diálogo constante con Él, en otras palabras, por medio de la oración.
Sin embargo, para que este diálogo sea realmente fecundo es necesario aprender a hacer silencio, alejándose de los afanes del día a día, frecuentar la “Tienda del encuentro” y los Sacramentos.
Formar la conciencia para un adecuado discernimiento es otro aspecto que nos evita decepciones. Aunque esto no sea una tarea sencilla, si pedimos fervientemente esta gracia y nos rodeamos de un buen consejero espiritual nos resultará más fácil. Deja que el Señor custodie tus sueños, guarde tu ciudad.
En vano os levantáis temprano y después retrasáis el descanso Salmo 126, 2
Los procesos de Dios suelen ser lentos, y en nuestra lógica de la inmediatez nos cuesta entender esto. Muchas veces el esfuerzo que invertimos en un determinado objetivo no es directamente proporcional a los resultados que obtenemos, todo ello porque dejamos fuera de nuestra fórmula a Dios.
De esta manera, nos desgastamos y dejamos de vivir en el hoy, lo que nos roba la belleza de los dones del presente. Vivir en las sendas del Señor implica cultivar la virtud de la paciencia, no forzar a que mis tiempos sean Sus tiempos, porque Dios, en su infinita sabiduría, sabe que lo que tengo hoy es lo único que necesito para ser santo.
Si queremos dar un fruto que no se marchite, es necesario comprender que nuestra existencia es parte de un plan mayor que escapa a la limitada comprensión humana. En su tiempo, Dios sabrá recompensar tus anhelos, quizá no con lo que en este momento deseas, pero siempre con un don mayor.
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María Paola Bertel
Publica desde mayo de 2019
MSc en desarrollo social, pero lo más importante: soy un alma militante, aspirando a ser triunfante. Me apasiona escribir lo que Dios le dicta a mi corazón. Aprendí a amar en clave franciscana. Toda de José, como lo fue Jesús y María.
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