Vivimos en una época de prisas en donde el bienestar se traduce en lo más nuevo en tecnología y su aplicación en la vida diaria. Y, como una etapa más de la historia del hombre, las maneras de vivir se sujetan a lo que acontece día a día. La escuela, el hogar, el trabajo, el transporte, todo llega a tener algún cambio. Todo tiene su función en sintonía con el tiempo en el que se esté viviendo.

La Iglesia y el cristiano también forman parte de esta dinámica actual y también viven en las condiciones del siglo XXI en donde la misión de la santidad sigue presente aunque nuestra época sea distinta a todas las que hayan vivido los santos que admiramos.

Es normal cuestionarse cómo una persona en este tiempo podría ganarse el Cielo cuando se encuentra rodeado de tantas novedades; cómo a través de un mensaje de texto, un vídeo o una fotografía podría colaborar a construir el Reino de los Cielos en esta tierra. Pues bien, este mismo interrogante es algo que seguramente pudo haberse preguntado en su tiempo, por ejemplo, San Agustín cuando conoció el gran amor de Dios después de tantos años de discernimiento o es lo que pudo preguntarse Santa Teresa de Lisieux cuando a tan temprana edad quiso dedicar su vida a la contemplación de Dios. Ambos con panoramas distintos, épocas diferentes, recursos limitados a su época y solo sus voluntades firmes ante Dios. 

Ahora, en el día de hoy nos encontramos nosotros, llenos de las mismas preguntas, y varias veces nos olvidamos de la parte importante, la que no cambia de época pero que sí nos permite vivir como cristianos en cualquier momento: el testimonio.

Sin lugar a dudas, ser un católico en el mundo no es algo que sea fácil, pero sí que es todo un orgullo ser un verdadero cristiano, y con ello en el corazón nuestros actos reflejan las virtudes más bellas que solo una persona hecha a imagen y semejanza de Dios puede ofrecer.

Hoy estamos en la época de la tecnología y el mundo pareciera que cada vez avanza más y más rápido; sin embargo, esto no tiene por qué ser un impedimento para seguir nuestra misión evangelizadora. Nuestro testimonio de vida fiel a Cristo debe seguir ahí, actualizándose de la misma manera como lo hace la tecnología. Ese paso hacia lo nuevo es lo que nos hará un cristiano de nuestra época. 

Tenemos que mirar hacia la vida que nos enseña Cristo en la forma que vivimos hoy: somos las personas que podemos ayudar al prójimo a través de una obra de misericordia, somos quienes podemos cuidar de nuestros abuelos o padres en su ancianidad, quienes podemos reír con la curiosidad de nuestros hijos y grabar un vídeo para recordarlo; somos la época de las personas que deciden quedarse una hora más en el trabajo para cumplir con sus pendientes y los que a través de su oficio o profesión podemos reflejar la honestidad del trabajo honrado y también ofrecer ayuda al pobre sin recibir algo a cambio; somos los que dejaríamos de hacer todo por ir y ayudar cuando alguien más lo necesite. Con estas y más acciones estamos logrando dar testimonio de ser el cristiano que vive el Evangelio hoy.

Predica el Evangelio en todo momento y, cuando sea necesario, utiliza las palabras. Atribuida a San Francisco de Asís

Al mostrar al mundo la gracia que lleva dentro el ser humano, inmediatamente en la sociedad se percibe un aroma dulce de esperanza, y la belleza del amor es algo que siempre va a gustar. Ese es el efecto del testimonio. De la misma forma en la que nosotros nos sorprendemos de la vida de los santos, nosotros vamos a sorprender a muchas personas de lo que somos capaces de hacer si decidimos hacer todo en la esperanza de Cristo. 

Para muestra de esto podemos hablar de personas de este tiempo que han hecho de su vida un claro ejemplo de testimonio, mostrándonos cómo vive un cristiano del siglo XXI: Carlo Acutis, un joven italiano con pasión hacia la informática que todos los días se alimentaba de la Eucaristía y muere a los 15 años por leucemia; Peter Tabichi, un monje franciscano que recientemente ganó el premio al mejor maestro 2019 por su manera de enseñar matemáticas y física en Kenia; Tom Evans y Kate James, los padres de Alfie Evans que intentaron todo por defender la vida de su hijo a pesar de los conflictos legales que esto les pudo haber causado; Chiara Corbella, una joven italiana que ofreció su vida por su hijo en su vientre a pesar de descubrir que ella tenía cáncer; Alphosine Yanogo y Libby Osgood, dos mujeres que han encontrado cómo llevar su vida de religiosa con la mecánica y la ingeniería aeroespacial.

Así como ellos, nosotros podemos hacer bello cualquier momento de nuestras vidas tan solo dando el testimonio de ser verdaderos cristianos. Nos convertimos en luces que vamos por el camino iluminando a otros que viven en la oscuridad de la tristeza, la soledad y la angustia.

Dando un grato ejemplo de testimonio, en la escuela, el hogar y el trabajo podemos sentirnos seguros de que, aunque vivamos en el siglo de las prisas, eso no será barrera para detener el crecimiento de nuestra fe, ya que el cristiano del siglo XXI también es el que reza el Santo Rosario durante el transporte, escucha el Santo Evangelio todos los días mientras realiza sus actividades diarias, el que antes de entrar o al salir del trabajo o la escuela acude a visitar al Santísimo diez minutos para sentirse en paz y es el que puede encontrar recursos para compartir la alegría del Evangelio como una buena fotografía o un motivante artículo. 

No importa qué novedades pueda traer el siguiente invento del año, ello no puede distraernos de lo más importante en nuestra vida, que es ser santos. Las nuevas cosas que puedan existir en un futuro deberemos utilizarlas para seguir con la tarea que nos encargó Jesús: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio” (Marcos 16, 15-20).

Porque no existen motivos ni cosas materiales que puedan alejar de uno mismo lo que verdaderamente importa en esta vida cuando sentimos en nuestro corazón el amor de Dios por nosotros. Las distracciones que el mundo nos pueda presentar solo serán nuevas oportunidades que sabiamente con la ayuda del Espíritu Santo podremos utilizar para encontrar una manera de seguir compartiendo la Buena Nueva. Todos podemos sentirnos presionados en algún momento a negar nuestra fe o actuar contrariamente a ella por la novedad del momento. Lo importante siempre es buscar la forma de transmitir esa belleza del Evangelio y el testimonio es una vía que nunca fallará; no importa si eres un niño, adolescente, un joven, un adulto o una persona mayor, el testimonio es una característica bella del cristiano.

Nadie te desprecie por ser joven; sé tú un modelo para los fieles, en el hablar y en la conducta, en el amor, la fe y la honradez. Mientras llego, preocúpate de la lectura pública, de animar y enseñar. No descuides el don que posees, que se te concedió por indicación de una profecía con la imposición de manos de los presbíteros. Preocúpate de esas cosas y dedícate a ellas, para que todos vean cómo adelantas. Cuídate tú y cuida la enseñanza; sé constante; si lo haces, te salvarás a ti y a los que te escuchan. 1 Timoteo 4, 12-16

Después de reflejar a Dios en nuestras vidas tenemos que ir al encuentro de Él en la Eucaristía cada domingo y de ser posible todos los días de la semana; esa es la regla de todo cristiano del pasado, del presente y del futuro. Para consolidar cada acción en nosotros mismos, siempre tenemos que ir con Él a mirarlo y permitirle estar dentro de nosotros, pues cada acción que tomemos solo podrá tener su soporte en Él.

Si a ti te cuesta poder encontrar una manera de vivir tu fe, expresarla y compartirla, lo primero que debes de tener en cuenta es que todos hemos pasado por una situación así; entonces no estas solo, en el presente en el cual nos encontramos lo que importa es dar a conocer a Dios en la manera en la que vivimos. Hoy podemos contar con la tecnología a nuestro favor, solamente necesitamos tener fe y tener nuestra voluntad firme ante Dios para crear cosas nuevas. Así como puedes disponer de FOCUS, esta revista digital sobre la belleza, su vez que de Cathopic, para ayudarte a encontrar a Cristo, de la misma manera tú puedes compartir la alegría del Evangelio con tus acciones y tus ideas del siglo XXI. 

Diego Quijano

Publica desde abril de 2019

Mexicano, 28 años, trabajando en ser fotógrafo, bilingüe y un buen muchacho.