Vivimos en tiempos difíciles, siempre lo son. Sin embargo, no hace tanto, el mundo vivió la caída del muro de Berlín,  la liberación de Polonia, la aparición de internet, el primer Papa polaco, las primeras Jornadas de la Juventud, etc. Los jóvenes a menudo nos sentimos incapaces de acción en la historia. Por ello, recordemos a San Juan Pablo II, para que guíe nuestra forma de actuar en nuestros tiempo.

Karol Wojtyła, el Papa que condujo el mundo a los brazos de María con su lema «Totus tuus». Fue el Papa de la família, el Papa de los jóvenes, el tercer Papa con el pontificado más largo de la historia, el Papa viajero, etc.

He tenido miedo al recibir este nombramiento, pero lo he hecho con espíritu de obediencia a Nuestro Señor y con confianza total en su Madre, la Virgen Santísima. San Juan Pablo II, primeras palabras como Sumo Pontífice

De la nación polaca surge este gran santo, intelectual y obrero, amante de la historia de su nación, enamorado de la libertad, la belleza y Dios. Su intensa vida de oración, carisma y fortaleza moral condujeron a la Europa comunista a la libertad; Polonia se convirtió en una nación libre, justa y católica.

Pero no pensemos que su papel se reduce a esto, solo a librarnos del comunismo; hoy en día seguimos siendo esclavos de otras fuerzas. San Juan Pablo II insistía en el nacimiento de la nueva Europa, repetía la urgencia de reconocer nuestras raíces cristianas, retornar a la belleza de nuestra Universitas Christiana.

¡No temáis! ¡Abrid de par en par las puertas a Cristo! San Juan Pablo II. Inaguración de su pontificado

La paz por medio de Jesucristo, por medio de la alegría y de los jóvenes, eso quería el Papa llevar a todo el mundo. ¿Y quién para esa misión de salvar a Europa y al mundo? Los jóvenes, nosotros, jóvenes protagonistas de las nuevas batallas, somos los que con nuestra alegría debemos extender la Verdad.

Debemos ser jóvenes que transformemos al hombre moderno desesperanzado; seamos de espíritu contemplativo, alabemos a Dios, trabajemos nuestra interioridad, seamos grandes en la caridad, vayamos con confianza al encuentro de Cristo. Ese es el modo de salvar el mundo.

¡No tengáis miedo de hablar de Él! Pues Cristo es la respuesta verdadera a todas las preguntas sobre el hombre y su destino. Es preciso que vosotros jóvenes os convirtáis en apóstoles. San Juan Pablo II, Viaje Apostólico a España, 2003

Ser apóstoles de la verdad, la belleza y lo bueno en nuestro tiempo. Viajar por todos los continentes, como él, que visitó 129 países durante su pontificado; inundar a nuestros amigos de la felicidad que da seguir a Dios, de lo alegres que somos siguiendo sus preceptos y acogiéndonos a su Divina Misericordia.

Los jóvenes son mi corona y mi alegría. San Juan Pablo II, JMJ París 1997

Juan Pablo II encontró la mejor imagen de la misericordia en María, Su Madre. Él, que había perdido a su madre en la infancia, amaba enormemente a su Madre divina. Como Juan en la crucifixión, la acogió en lo íntimo de su ser (Jn 19, 27).

La Virgen María estuvo muy presente en todo su pontificado. Es conocido el milagro de la Virgen de Fátima al salvar la vida del Papa tras el disparo, la oración que hizo a Nuestra Señora de Guadalupe, su cariño por la Inmaculada…

Las homilías de Benedicto XVI y de Francisco I sobre San Juan Pablo II nos ayudan a conocerlo más. Son innumerables todos los aspectos en los que el santo puede guiarnos, la lucidez de todo su magisterio, cómo elogia a aquellos arstistas que con apasionada entrega buscan nuevas «epifanías» de la belleza para ofrecerlas al mundo a través de la creación artística. Quería invitaros a que os empapéis de la santidad de este gran Papa: leed sus encíclicas, sus cartas, libros, exhortaciones apostólicas… ¡Os habla a vosotros, artistas! ¡A ti, joven! ¡A todos vosotros, familia!

Guadalupe Belmonte

Publica desde marzo de 2019

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De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.