A veces, mantener la fe puede ser más difícil de lo que podemos llegar a creer, pero también debemos tener en mente que eso no tiene por qué ser una limitante para que ésta siga en pie.

Dejaríamos de ser humanos si en los momentos más difíciles nuestra fe no se viese afectada o quebrantada, pues es propio de todo cristiano el dudar en los momentos de crisis. También está claro que no deben ser justificaciones para siempre dudar o volvernos apáticos a la fe.

Creo para comprender. San Anselmo de Canterbury (Doctor de la Iglesia, relevante Teólogo de la Edad Media)

Cuando se presenta la adversidad en nuestra vida, la reacción principal de todo cristiano debería ser cuestionar el “¿para qué?” y no el “¿por qué?”, pero ¿Realmente podemos distinguir las diferencias entre ambas?

Dios permite que vivamos momentos de dificultad, porque nos da la libertad para que podamos escoger confiar en él plenamente, abandonándonos en su infinito amor y misericordia, en los cuales se manifiesta su voluntad, la cual es buena, agradable y perfecta.

Es allí, en el dolor y en los momentos difíciles, en donde, si con uso de nuestro libre albedrío le damos paso al Espíritu de Dios, este se manifiesta con plenitud en nuestras vidas acrecentando nuestra fe.

Sin embargo, debemos tener claro qué significa realmente la belleza de la fe en nuestro diario vivir como Hijos de Dios.

La fe es saber y confiar. Youcat – Capítulo Tercero, Nº. 21

Este, es un don que proviene puramente de Dios, el cual lo recibimos si lo pedimos ferviente y constantemente. Es esa fuerza sobrenatural tan necesaria que nos lleva a alcanzar la salvación, pero por encima de todo, es certera, pues está garantizada por Cristo Jesús, al haberse entregado por nosotros en la Cruz.

Por eso mismo, es que nuestro espíritu sabe con certeza, que en los momentos difíciles necesita la ayuda de algo que trasciende y es superior a nosotros, pues se reconoce necesitado de la divinidad de Dios y de su amor.

No es que la fe nos evite el dolor o las pruebas, pero es la que nos permite ver con los ojos del espíritu cuál es el propósito, y sobre todo, ver la belleza de la misericordia y el amor de Dios en medio de ello.

En cada encuentro humano, en cada experiencia conmovedora en la naturaleza, en cada aparente casualidad, en cada reto, en cada dolor, está escondido un mensaje de Dios para nosotros. Youcat – Capítulo Tercero, No. 20

Es la fe la que nos permite movernos y avanzar en nuestro caminar con Cristo y con la Iglesia, la misma fe que sostuvo a la Virgen María al pie de la Cruz, confiando en que su Hijo resucitaría al tercer día.

La misma fe que tenemos, es también aquella que mantuvo a Pedro al caminar sobre las aguas para llegar al Maestro, que lo llamaba en medio de la tormenta. Esa misma fe que curó a esa mujer, que llevaba años sufriendo con esas llagas, tan solo tocando el manto de Cristo.

Una prueba viva de que realmente, todos como hijos de Dios que es uno y trino, al ser bautizados recibimos ese don tan preciado, pero que con la misma libertad que el nos da, podemos escoger entre vivirlo, atesorarlo y hacerlo crecer, o simplemente ignorarlo.

Pedid y se os dará; buscad y encontrareis. San Mateo 7, 7

Quizás lo más importante, es que podamos pedir esa gracia de conocer más nuestra fe para apoyarnos en ella en los momentos difíciles. Por el contrario, si no la conocemos y no la tenemos, clamar por ella al Paráclito Consolador, que no se reserva nada cuando uno de sus hijos le pide algo que es para el bien de su alma y sobre todo para su salvación.

César Retana

Publica desde septiembre de 2019

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Salesiano desde la cuna. Le canto a Dios por vocación y por amor. Soy Licenciado en Diseño Gráfico, tengo 28 años, y 20 de ellos en el caminar espiritual con la Iglesia. Me gusta el café bien cargado y los libros.