Un joven vendedor, se desanimó porque había sido rechazado por muchos de los clientes a los que se acercaba. Pidió consejo a un vendedor más experimentado.

– ¿Por qué cada vez que hago una llamada a alguien me rechazan?

– No lo entiendo – respondió el vendedor más veterano – A mí me han golpeado en la cabeza, me han insultado y me han echado por la puerta, ¡pero nunca me han rechazado! – Y añadió – Recuerda, el rechazo no es lo que nos sucede sino cómo interpretamos lo que nos pasa.

Y yo, ¿Cómo interpreto las diversas situaciones de desilusión que se me presentan en la vida?

¿Me deprimo y desanimo, o puedo seguir teniendo esperanza, sabiendo que cada rechazo es un paso más hacia el verdadero éxito? El rechazo y el dolor, son compañeros seguros en la vida de un cristiano, que es inflexible e inquebrantable en su fe.

A pesar de estos aspectos, ¿estoy dispuesto a hacer la Voluntad de Dios, ser su fiel seguidor y encontrar belleza en el mundo? Nuestro Señor Jesucristo sufrió el rechazo y el dolor en la vida. Sin embargo, se mantuvo firme para hacer la Voluntad de Dios.

Una de las acusaciones que se hicieron contra Jesús fue que Él era sólo hijo de un trabajador ordinario, un carpintero, San José.

¿No es éste el hijo del carpintero? Mt 13,55

Tomando a San José como modelo de trabajador, la Iglesia nos invita a comprender la gran dignidad del trabajo y la labor. Al inicio de las Sagradas Escrituras, se presenta la historia de la creación, en la que Dios da forma a todo el universo y “trabaja” (utilizando una terminología humana) para crear un mundo hermoso (Gn 1,26-2,3).

En el Nuevo Testamento se presenta a Jesús como hijo de un trabajador, San José, el carpintero.

Vivimos en un mundo en el que la dignidad del trabajo está a menudo en entredicho. Nos encontramos a menudo en situaciones en las que los derechos, la dignidad, e incluso la propia autoestima de los que trabajan, son pisoteados.

En este contexto, reflexionar junto a San José, nos recuerda con fuerza que el trabajo humano es una participación en la obra creadora de Dios. Mediante el trabajo, el hombre cumple el mandato de Dios de cuidar la tierra (cf. Gn 2,15).

Jesús, en el Evangelio, se asocia a formar parte de la familia de los trabajadores. Por su encarnación, Jesús asumió ser solidario con todos los aspectos de la vida humana, incluyendo el rechazo y el dolor.

-¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas entre nosotros? ¿Pues de dónde le viene todo esto? Mt 13, 54-58

El Evangelio narra este penoso incidente de rechazo y dolor que nuestro Señor encontró en su vida, a manos de su propia gente. Es interesante notar, cómo la gente del pueblo natal busca justificar su rechazo a Jesús, racionalizando su actitud.

Usando preguntas, la gente de su ciudad natal revela que sus mentes bloqueadas y sus corazones cerrados no pudieron comprender la belleza de la presencia del Señor. Cuando el corazón de uno está arraigado en la incredulidad y está cerrado a la verdad, las cosas de la Divinidad parecen ser hostiles.

Y así el Señor declararía: «No hay profeta que sea menospreciado, si no es en su tierra y en su casa» (Mt 13, 57).

Así, Jesús se convierte en un signo de contradicción, el Príncipe de la Paz, comienza a ser visto como causa de división y desprecio; el Sanador de Almas, empieza a ser visto como causa de desacuerdo y discordia; el Consolador de los Corazones, empieza a ser visto como causa de perturbación y angustia.

Cualquiera que busque seguir a Jesús, está seguro de enfrentar la misma experiencia.

Todo verdadero cristiano, debido al deseo de hacer la Voluntad de Dios, está seguro de enfrentar el rechazo de la gente, porque sus caminos desafían el estilo de vida letárgico de los demás,  y experimenta el dolor de la sociedad, porque su forma de vivir representa una amenaza a la corrupción que lo rodea.

Pero a pesar de este rechazo y dolor, podemos seguir aferrados al Señor. La vida nos lanza a menudo los ladrillos del rechazo. Podemos ser heridos por ellos o fortalecernos y abrocharnos con mayor valor.

Podemos culpar a todas esas situaciones y maldecir a la vida, o podemos estar agradecidos por esos momentos, que nos dan la oportunidad de más bendiciones. Sí, tenemos que recordar siempre: el rechazo no es lo que nos sucede sino cómo interpretamos lo que nos sucede.

No nos deprimamos ni nos desanimemos por las diversas situaciones de desilusión que se nos presentan en la vida. En cambio, tengamos esperanza y sepamos que cada rechazo es un paso más hacia el verdadero éxito y hacia el encuentro de la belleza.

Conmemorando a San José, el modelo de trabajadores, se nos invita a mirar a este santo silencioso y a la vez grande, que fue capaz de cumplir con los deberes que se le encomendaron con un sentido de inmensa confianza y fe en el Señor.

Debemos, en efecto, honrar a San José, ya que el mismo Hijo de Dios se complació en honrarlo llamándolo padre. Si el Rey de los reyes se complació en elevar a José a tan alta dignidad, es justo y obligatorio por nuestra parte esforzarnos por honrarlo tanto como podamos. San Alfonso de Ligorio

Busquemos la intercesión de san José, que supo cumplir los deberes que se le encomendaron, con un sentido de inmensa confianza y fe en el Señor para buscar los anhelos más elevados y celestiales de la vida.

Fijémonos en la vida de San José, el Obrero,  cumpliendo todos los deberes que se nos confían, con sentido de inmensa confianza y fe en el Señor. Basado en Gn 1,26-2,3 y Mt 13,54-58.

San José Obrero, inspira a todos los obreros de mente o cuerpo a trabajar tanto por el pan de cada día como por tu glorificación. Que nuestro trabajo sea bien hecho para perfeccionarnos y hacernos partícipes de completar la creación que tú iniciaste en el Génesis.

Abner Xocop Chacach

Publica desde septiembre de 2019

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Joven guatemalteco estudiante de Computer Science. Soy mariano de corazón. Me gusta ver la vida de una manera alegre y positiva. Sin duda, Dios ha llenado de bendiciones mi vida.