La belleza del misterio de la Santísima Trinidad ha llevado a la humanidad a través de los siglos a buscar incansablemente el rostro de Dios. Después de que los humanos descubrieron el poder de Dios a través de su obra, la creación, han tratado de definir al Señor basándose en elementos naturales. Posteriormente, los humanos crearon ídolos de oro, plata, cobre o arcilla con sus manos, a los que llamaron “dioses”, que aparentemente estaban dotados de ciertas virtudes, asignando a su dominio ciertos aspectos de la naturaleza.

Sin embargo, Dios Padre en su infinita sabiduría no dejó de enviar a un mediador entre Él y la humanidad, con el fin de que ésta volviera su corazón hacia su Creador. Por eso, cuando la humanidad reconoce el poder del Señor, se le reconoce a Dios las características de la fuerza, la omnipotencia, la inmortalidad y la perfección. Ahora bien, como se describe en la Carta a los Hebreos, la imagen de Dios que poseen los cristianos es la imagen revelada por su Hijo Jesucristo. Obviamente, Dios ahora muestra su rostro único de amor trinitario en la persona de Cristo a través de la obra del Espíritu Santo.

En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del Hijo, a quien hizo destinatario de todo, ya que por Él dispuso las edades del mundo. Él es el resplandor de la gloria de Dios y la impronta de su ser. Él, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad. Carta a los Hebreos 1, 1-3

Por tanto, considerando la compasión y la humildad de Dios, podemos decir que cuando confirmamos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero Hombre, nos referimos a que Dios Hijo nos mostró la belleza de un rostro más cercano de Dios Padre, pues no dejaba de poseer los atributos de su Padre Celestial, lo que lo llevaría a acabar con nuestros cansancios y sufrimientos, cargándolos sobre sus benditos hombros en el madero camino al Calvario, asumiendo nuestras condiciones humanas, compartiendo nuestra pobreza, persecución, enfermedad, soledad, desprecio, incomprensión de su misión evangelizadora, la humillación por su estatus social u otros intereses egoístas de la sociedad, incluso la muerte misma y una muerte de cruz.

Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. 2 Carta a los Corintios 8, 9

La imagen revelada de Dios en Jesús será siempre un desafío para sus discípulos y todos los creyentes que han creído y siguen creyendo en sus benditas palabras durante los siglos. Para algunas personas, es difícil encontrar la belleza de la majestad de Dios en la simple humildad; sin embargo, Él tiene otras formas que se caracterizan por el hecho de que el grano de trigo si cae al suelo y muere, luego dará mucho fruto. Su pedagogía contradice los ejercicios de poder humano para mostrar su verdadero rostro desde lo pequeño, desde lo sencillo.

¿Qué tendrá lo pequeño que a Dios tanto le agrada? Santa Faustina Kowalska

De esta manera, la unión homogénea del Padre y el Espíritu Santo, a través de la Palabra humanizada del Hijo, renueva todas las cosas, revela el verdadero y único rostro de Dios que tiende a tocar la realidad humana y a hacer que los ojos de los ciegos se abran y vean, que los oídos de los sordos oigan, que el cojo salte y dance con el arpa y que la lengua de los mudos cante.

Me gustaría terminar este artículo diciendo: ¡Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo!

John Sergio Reyes León

Publica desde julio de 2020

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Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.