Mes de mayo, o lo que es lo mismo: Mes de la primavera, las flores, la alegría… El mes de María. La tradición cristiana celebra con especial devoción este mes dedicándolo a la Virgen, del mismo modo que se celebra de una manera especial la devoción a San José en marzo, y en junio el Sagrado Corazón de Jesús. Es muy bonito vivir estas devociones en familia. En mi casa las vivimos desde pequeños con mis padres, quienes siempre han puesto mucho cuidado en conservar estas tradiciones, que nos ayudan a elevar la mirada en estos meses de tanta delicadeza, sobrenaturalizándolos, y haciéndonos más conscientes de vivir el día a día en la compañía de Jesús, José y María.

Volvamos al mes de María. Es un tiempo especial para volcarnos con la Mater, el clima invita a salir a pasear, y ¿qué mejor forma de rezar el Rosario que dando un paseo por el campo? Contemplar la belleza de la naturaleza en su esplendor y hablar a la Virgen al mismo tiempo… ¡Qué maravilla! Es importante no descuidar nunca el Rosario: Además de ser un regalo para la Virgen, el Rosario nos invita a entrar en la contemplación de los misterios de la vida de Jesús, nos saca de la rutina y nos devuelve a la batalla. Un cristiano que no reza es un soldado sin armas.

El Padre Pío, a quien el demonio tentaba mucho, dejaba rosarios por todas partes, en la mesilla de noche, en el hábito, en la silla donde se sentaba a leer… Cuentan que estando ya viejecito, un día que no encontraba su rosario por ningún sitio, agarró del brazo a un novicio que pasaba a su lado pidiéndole con insistencia: ¡Dame el arma, hijo dame el arma! Esa debería ser nuestra actitud. A la menor muestra de “regateo” por parte del diablo, rosario que te calzo. ¡A ver si es capaz de molestarnos! Porque a un alma en gracia, el diablo no le puede tocar, no se atreve, está protegida por la gracia de Dios, como bien dice C.S. Lewis en su fantástica obra de las Cartas de un diablo a su sobrino. ¿Cuando la perdemos? Cuando empezamos a hacer las cosas pequeñas sin amor. Muy importante el rezo del Santo Rosario a diario, no lo olvidemos. Rezarlo en familia con los requisitos generales de confesión sacramental, Comunión Eucarística y oración por las intenciones del Papa nos puede además conceder ganar indulgencia plenaria, que también se puede obtener para un difunto.

Rosario de antorchas a la Virgen de Fátima

Otra práctica que podemos tener en cuenta es el rezo del Mes de Mayo. Comienza con la oración del Acordaos de San Bernardo, seguida de cinco jaculatorias:

  1. Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida, acordaos de mí, miserable pecador. Avemaría.
  2. Acueducto de las divinas gracias, concededme un verdadero arrepentimiento de mis pecados. Avemaría.
  3. Reina de cielos y tierra, sed mi amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Avemaría.
  4. Inmaculada hija de Joaquín y Ana, alcanzadme de vuestro Santísimo Hijo las gracias que necesito para mi salvación. Avemaría
  5. Abogada y refugio de los pecadores, asistidme en el trance de mi muerte y abridme las puertas del cielo. Avemaría.

Puede terminarse con una Salve” a la Virgen, o con la oración tan bella de San Bernardo Mira a la estrella, invoca a María. A mi me gusta especialmente la Salve Marinera, me recuerda mucho mi infancia y es muy española, y es una manera estupenda de terminar cantando a María. El que canta, ora dos veces.

Es muy bonito también aprovechar el mes de Mayo para organizar alguna pequeña excursión o pegrinación a algún santuario de la Virgen. Hay muchísimos repartidos por los lugares más recónditos del planeta. Fátima en Portugal, Lourdes en Francia, Czestochowa en Polonia… solo por citar algunos. En Andalucía es muy conocido el Rocío por ejemplo. Seguramente tengamos alguno cerquita de casa y puede ser una ocasión especial para llevarle flores a la Virgen y aprovechar para hacer una romería (rezar las cuatro partes del Rosario), o algún Rosario, mientras pedimos por las intenciones que queramos llevarle o como agradecimiento a nuestra Madre del Cielo.

Capillita de la Virgen, Polonia

Grandes santos marianos como el cura de Ars, Juan Pablo II o Maximiliano Kolbe querían de una manera especial a María y se consagraron a ella. ¿En qué consiste la consagración mariana? En darse por entero a Jesús por medio de María. Se lleva a cabo a través de la lectura de una serie de meditaciones para profundizar en nuestra relación con la Virgen y concocerla mejor, así como aquello que conlleva el hecho de consagrarse,  y algunas prácticas devocionales que se rezan durante un mes. Posteriormente se puede renovar varias veces hasta que se hace la consagración definitiva. A partir de entonces, se renovará todos los años en la misma fecha, como aniversario y para mantener presentes las promesas. Juan Pablo II, por ejemplo, la renovaba todos los días, tenía muy presente su compromiso con María y nunca la descuidaba. Para quien no haya oído hablar nunca de esta devoción, es una tradición muy antigua en la Iglesia y ya en los tiempos de san Ildefonso de Toledo, los santos se consagraban a María acogiéndose a su protección y ayuda. El método más seguido es el de San Luis María Grignion de Montfort, santo francés muy devoto de la Virgen, que escribió los libros del Tratado de la Verdadera Devoción y El Secreto de María, y cuyas oraciones se pueden encontrar en Mater Coeli facilitando a quien no tenga los libros o quiera seguir de un modo más sencillo y práctico el poder hacer la consagración.

Al terminar el día, no podemos irnos a dormir sin antes haber rezado las tres avemarías. La Virgen prometió a Santa Matilde que si las rezaba, contaría con su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte, y es algo que deberíamos hacer siempre.

Ayudados por la confianza que deposita en nosotros la Virgen, vivamos con especial devoción este mes de mayo, mes de María, y dejemos que Ella nos conduza a Jesús, para que así podamos decir siempre: A Jesús, por medio de María.

José Palomar

Publica desde marzo de 2019

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Abogado, me apasionan las humanidades. Disfruto mucho leyendo a los clásicos y fumaba en pipa. Intento vivir en presencia de Dios en mi día a día y trasportar mis pensamientos y ocurrencias a los artículos que voy escribiendo.