Palabra de Dios. Tres palabras pero con un significado inmenso. Además, son las palabras con las que el lector da por finalizada la lectura, ya sea, la primera o segunda lectura en la liturgia de la palabra en la Eucaristía. Pero más allá de una aclamación o de un comentario final, ¿nos hemos puesto a pensar qué significa la frase “Palabra de Dios”? Siempre que asistimos a la Santa Misa, luego de que el lector diga esto, respondemos casi de forma monótona “Te alabamos, Señor”. Pero, ¿Qué significa esto? Deberíamos  reflexionarlo, pues lo que menos queremos es que nuestra vivencia de la Eucaristía se convierta en algo monótono y sin sentido.

Toda palabra de Dios es acrisolada, Dios es un escudo para el que se refugia en Él.

Proverbios 30, 5

Cuando hablamos de la Santa Biblia, hablamos de una infinidad de historias, de relatos, de situaciones de personas que han acudido a Dios en medio de sus tribulaciones, y no han quedado defraudadas ni mucho menos, sin ser escuchadas. Pero más allá de todas estas narraciones, hablamos de eternidad de promesas por parte de Dios realizadas a los que en Él creen y en Él esperan. Sin duda alguna, todos estos sucesos son una belleza total de crónicas que día a día escuchamos en los pasajes de las lecturas y de los evangelios del día y que ciertamente nos ponen a pensar y echarle un ojo a cómo está nuestra confianza en Dios.

Día a día se nos presentan diferentes dificultades en el diario vivir de nuestra vida, y nos ponemos a leer un pasaje cualquiera de la Santa Biblia para no perder la calma, y asombrosamente ése pasaje resulta siendo algo similar por lo que estamos pasando, – y digo esto porque a mí me ha pasado, y estoy casi seguro que a ti también – pero, ¿Qué nos querrá decir Dios por medio de esa lectura?

El que no conoce las Escrituras no conoce el poder de Dios ni su sabiduría, de ahí se sigue que ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo.

SAN JERÓNIMO

Esta belleza de pasajes de la Santa Biblia que algunas veces leemos y que casi siempre logran parecerse a la situación que justo estamos atravesando, no son pura coincidencia. Dios los puso para enseñarnos algo, los puso con un fin, y ése fin es enseñarnos a confiar y esperar en Él. Por mi parte puedo decirte que no conozco ningún relato bíblico en el que el personaje haya acudido a Dios y haya quedado derrotado o defraudado, o sin ser escuchado, como antes mencionaba. Por eso, anteriormente decía que al leer estos pasajes siempre nos ponemos a revisar cómo está nuestra confianza en Dios, pues no podemos solamente leer el relato bíblico y seguir como si Dios no nos haya hablado a través de él.

Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino.

Salmos 119, 105

En todos y cada uno de los relatos bíblicos encontramos la Palabra de Dios. Tal vez alguien, algún amigo o conocido pueda darnos su palabra en cuanto a una promesa o algo parecido, pero no se compara en nada a la Palabra de Dios que la encontramos en las Sagradas Escrituras, y en la que encontramos miles de promesas de Aquél Dios que tanto nos amó y que nos envió a su propio Hijo para redimirnos de nuestros pecados. Al ser conscientes de ello, no podemos leerla y seguir pensando que nada sucede, cuando la realidad es que Dios nos habla a través de la belleza de su Palabra y nos promete cosas que si confiamos y esperamos en Él, tarde o temprano las veremos hechas realidad, y la tribulación que tanto nos preocupaba, se convertirá en otra prueba más que daremos por superada si creemos en la Palabra de Dios.

John Sergio Reyes León

Publica desde julio de 2020

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Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.