La devoción a la Virgen María como la devoción a la santa cruz y a la eucaristía, siempre ha sido un pilar básico de la fe católica, pero al conmemorar a la Madre de Dios como “Madre de la Iglesia”, el papa Francisco quiso ir más allá con esta celebración establecida en 2018. Primero consideró hasta qué punto éste aumento en las dedicaciones marianas, podría beneficiar a la Iglesia al exaltar la maternidad divina de la Madre de Cristo. De hecho, la celebración religiosa puso a María en el centro de la doctrina de la salvación. Hasta ahora, considerando primero la belleza de su relación con Jesucristo, la piedad de la Virgen María proviene directamente de la creencia en la Trinidad Santísima: Dado que Dios en su infinita sabiduría quiso que María Santísima, una mujer humana, fuera la Madre de su Divino Hijo, sólo a través de Ella los seres humanos podemos obtener la misericordia de Dios.

Dios vino al mundo por medio de María y por medio de María debemos de ir hasta Él. San Luis María Grignion de Montfort

La belleza de la maternidad divina de María Santísima comienza justo con el momento de la Anunciación: Es aquí donde la Virgen permite que el Señor entre en la historia a través de su “sí”. Ahora, su maternidad divina, según la voluntad de Dios, no terminaría al pie de la cruz, sino que se volvería eterna, esto con el propósito de llevar al Espíritu Santo a los hombres y entre los hombres. Además, recordemos que también encontramos a la Bienaventurada Siempre Virgen María no soló como Virgen, sino también como Madre, esta vez de los primeros creyentes, de los apóstoles, en la habitación del Cenáculo, esperando al Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Por tanto, éste recuerdo tiene una conexión solemne con la fijación de la fecha de esta celebración mariana.

Cuando el Espíritu Santo encuentra a María en un alma, se siente atraído irresistiblemente hacia ella y en ella hace su morada. San Luis María Grignion de Montfort

El sábado 21 de noviembre de 1964, al final de la tercera reunión del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI declaraba a la Virgen María como “Madre de la Iglesia”, es decir, como Madre de todos los cristianos, incluidos los creyentes y los pastores. Con ésta decisión, el pontífice hacía memoria del credo de Nicea del 325 y del Concilio de Éfeso del 430, en donde se definía a la Santísima Virgen como “la verdadera Madre de Cristo”. En 1975, once años después, en el año santo de la reconciliación, la santa sede proponía celebrar una Misa votiva para conmemorar a la Madre de Cristo como Madre de la Iglesia, conmemoración que luego se incluyó en el Misal Romano, pero que aún no se incluiría en el calendario litúrgico romano.

María es nuestra Guía, nuestra Maestra y nuestra Madre. San Juan Bosco

En 1980, el santo padre Juan Pablo II introducía el culto a la Virgen María como Madre de la Iglesia en las letanías lauretanas. Esto nos lleva al domingo 11 de febrero de 2018, fecha del 160° aniversario de la primera aparición de Nuestra Señora de Lourdes. En esa ocasión, el papa Francisco ordenaría a toda la Iglesia Universal a que la memoria de la Virgen María como Madre de la Iglesia, se inscribiera en el calendario romano, haciendo así de la celebración mariana una fiesta universal, proponiendo celebrarse el lunes después de la solemnidad de Pentecostés de cada año.

John Sergio Reyes León

Publica desde julio de 2020

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Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.