Día a día, el hombre, admirado de los descubrimientos que ha hecho y consciente del poder que con ellos puede ejercer, con mayor frecuencia se sigue angustiando por cuestionarse cuál es el siguiente paso en la evolución del mundo, por saber cuál es la misión del hombre y preguntarse sobre el sentido de los esfuerzos individuales y colectivos, del destino último de todas las acciones, de las cosas y de la humanidad. 

La sociedad es uno de los primeros lugares donde se reflejan los pesares y las alegrías del hombre, estos traen cambios, que marcan generaciones.

En nuestro presente, somos testigos de una sociedad que en momentos determinados nos sorprende y nos deja atónitos; y a pesar de haber cambios bruscos que nos hacen sentir que la humanidad cada vez se aleja más de Dios, nuestra tarea es precisamente hacer que todos podamos estar cerca de nuestro Padre, también a través de la sociedad. 

Debemos amar a nuestro prójimo: o porque es bueno o para que vuelva bueno. San Agustín 

Podemos comenzar por el bien común, para crear una sociedad en Cristo, pues más que justicia y felicidad para todos, el bien común son todas las condiciones de la vida social; que permiten a los grupos y a cada uno de sus miembros conseguir más plena y fácilmente su propia perfección (Cfr. CIC Num 1906).

Porque precisamente el bien común, ¡es un bien! Y todo bien tiene la belleza de la perfección, que es Dios. 

La sociedad se compone de pequeñas colectividades, que a su vez, éstas se componen de personas que coinciden en los mismos ideales o pensamientos. A pesar de las diferencias que pueden existir entre grupos, un punto en común es que todos quieren y buscan el mejor estado de bienestar posible. 

Muchas veces los medios que se usan para encontrar dicho bienestar, daña alguna parte de lo que por derecho le corresponde a otros. Y aquí es donde comienza el problema.

Si vamos a ser cristianos, tenemos que serlo en todos los ámbitos y socialmente, nuestra unidad, en el amor y en la fe es lo que más debemos fortalecer. 

Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Jn 17, 21

Trabajar activamente en nuestra comunidad, es trabajar para el prójimo, el amor de Dios no puede separarse nunca del amor por los demás. Esto por tanto elimina del mapa el individualismo; el egoísmo en todas las formas en que se pueda apreciar en los demás. Desde quien vive sin cuidado alguno de las necesidades sociales, hasta quien usa estas necesidades en su favor para obtener riqueza.

El tiempo de Dios para el mundo sigue su marcha, y en la historia que se va creando día tras día, la humanidad ha avanzado en un progreso técnico y científico que ha llevado a incrementar las relaciones entre las personas. Y llevar de la mejor manera las relaciones entre nosotros se hace un punto prioritario.

Ser hombre no es solo vivir en una buena relación con Dios. Sino que hay que procurar además tener una buena relación con los otros. El comienzo de todo es la familia, después viene el círculo de amigos, y finalmente, la sociedad entera. DOCAT Num 48

Como cristianos, en la sociedad que Jesucristo nos propone debemos tomar en cuenta, en primer lugar, el respeto hacia la persona, la cual somos todos como uno mismo y también por separado, siendo cada uno de nosotros. 

El hombre es la creación de Dios, hecha a su imagen y semejanza, y por voluntad de Dios Padre nos podemos reconocer como hijos suyos. Naturalmente como cualquier padre de familia, el respeto entre sus hijos será un valor imprescindible, de primerísima importancia para sus hijos. 

Puesto que, además de que el mundo entero, que es también la creación de Dios, le fue entregado al hombre para gobernarla y glorificar con ella a Dios; en la primera sociedad que fue el hombre y la mujer, la relación entre ellos empezando por respetarse mutuamente resulta necesaria para seguir encontrando continuamente la belleza de su propia perfección. 

En nuestro presente, la pedagogía de Dios nos dice que para entender el respeto a todas las personas, siempre debemos considerar a nuestro prójimo como otro yo. Cuidando en primer lugar su vida y los medios para vivirla dignamente. (Cfr Gaudium et Spes Num. 27)

Por esto es que tenemos la obligación de acercarnos a todos aquellos que vivan en precariedad como ancianos, pobres y huérfanos, y trabajar activamente por todo cuanto atente contra la vida, llámese homicidio, aborto, eutanasia o suicidio. 

Lloraba porque no tenía zapatos, hasta que me encontré con alguien que no tenía pies. Helem Adams Keller

Este respeto nos pone inmediatamente en el mapa. Tan solo en analizar la sociedad desde el punto de vista del valor del respeto, nos conduce a los demás valores que conocemos, y a su vez, estos valores nos podrán llevar a la virtud. 

Unos de los valores más relevantes de todos los tiempos, en lo que corresponde a la sociedad son la responsabilidad y la participación. En todos los tiempos que ha vivido el hombre, el compromiso voluntario y generoso de la participación ha sido un punto clave; la responsabilidad es por tanto, el compromiso que se hace a sí mismo el hombre con la sociedad. (Cfr. CIC Num 1913)

Analizar el tema de la sociedad, es toparse como si se estuviera frente al mar; ante la inmensidad. La sociedad puede y debe analizarse desde todos los puntos de vista conocidos posibles, para poder entender mejor el buen funcionamiento de las relaciones humanas. Este conocimiento es el esfuerzo que nosotros con dedicación hacemos para encontrar un poco más la belleza de nuestra perfección. 

Si te quiero es porque sos mi amor

mi cómplice y todo

y en la calle codo a codo

somos muchos más que dos. Mario Benedetti 

El respeto a la persona humana tan solo es orden, y en la medida en cómo se respeta, en esa misma proporción podremos entender y aplicar a nuestra vida cristiana todos los demás valores que moldean a nuestro desordenado corazón. Justo después de ordenar nuestro corazón, lo que hallaremos será paz.

Diego Quijano

Publica desde abril de 2019

Mexicano, 28 años, trabajando en ser fotógrafo, bilingüe y un buen muchacho.