El día de nuestro bautismo iniciamos una relación con Dios, que es Trino y Uno, la misma que va creciendo y progresando con nuestra vida espiritual, a través de la gracia de Dios y de nuestra cooperación a su acción. Dios nos ha dado el don de la libertad para responder a su amor y cooperar voluntariamente en su plan salvífico.

El misterio pascual es el culmen de este plan salvífico. La pasión muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, nos han permitido también el don escatológico de la efusión del Espíritu Santo sobre todos los bautizados que participamos de la vida de Cristo, de su pasión muerte y resurrección. Es decir, con el misterio pascual se nos concede la efusión del Espíritu Santo que habita en nuestros corazones, haciéndonos templo suyo. Otorgándonos la belleza de la vida de los hijos de Dios.

El Espíritu Santo, tercera persona de la Trinidad, que procede del Padre y del Hijo, que recibe la misma adoración y gloria, en el tiempo de la antigua alianza había sido concedido a ciertas personas que ejercitaban algunos ministerios en el pueblo de Israel. Los jueces y los profetas son un claro ejemplo, también algunas personas del pueblo, que no ejercitaban un ministerio de guías tuvieron experiencia de ser colmadas del Espíritu Santo. El evangelista san Lucas nos da el ejemplo de Isabel, san Juan Bautista que desde el seno materno lo recibe, la Virgen María que recibió el Espíritu Santo para ser la madre del Hijo de Dios, la viuda Ana que esperaba como Simeón la consolación de Israel.

Pero no es hasta el misterio pascual que vemos un cambio decisivo. Con la resurrección de Cristo, el don del Espíritu santo prometido por Jesús (que es enviado del Padre), es donado a todos aquellos que han sido bautizados; donándoles además la belleza de ser hijos por medio del Hijo, es decir ser hijos adoptivos del Padre, participando de la misma relación filial del Hijo de Dios que asumió nuestra condición humana.

En el libro de los Hechos de los apóstoles vemos tres momentos en los que el Espíritu Santo desciende de una forma similar. Estos son: el día de Pentecostés (Hch 2), el evento en la casa de Cornelio (Hch 10) y el momento del bautismo de aquellos que no habían oído ni siquiera hablar que existía (Hch 19). Estos tres ejemplos son importantes ya que nos muestran cómo el Espíritu desciende sobre aquellos que creen en el Señor Jesús, sean Judíos, Prosélitos o paganos. Es como una expansión del Espíritu que primero desciende sobre aquellos a los cuales eran destinadas las promesas de Israel; después sobre aquellos que eran Temerosos de Dios, aunque no pertenecían al pueblo de Israel y por tanto no eran destinatarios de las promesas, añadiéndolos al pueblo de Dios; y finalmente, sobre aquellos que aun siendo paganos habían conocido el anuncio del evangelio de Jesucristo. Porque Dios no distingue entre hebreos y paganos, otorga el don de ser Hijos y templos de su Espíritu a todos, sin excepción.

Y nosotros, en pleno siglo XXI en un tiempo secularista, que pierde de vista a Dios y a su actuar histórico salvífico en nuestras vidas, ¿Cómo podemos aun hoy seguir dejándonos guiar por el Espíritu Santo?  Te presento tres formas de invocarlo para que nos otorgue constantemente sus dones:

  1.   El himno Veni Creator.

Este himno litúrgico, que se utiliza en momentos importantes para la vida de la Iglesia como lo son grandes reuniones o incluso los conclaves, presenta expresiones y frases que nos ayudan a entender quién es el Espíritu santo y como actúa en nuestras vidas: Dedo de la mano de Dios, don en tus dones esplendido. Lo puedes usar antes de realizar un examen o cuando necesitas tomar una decisión importante.

2.     La secuencia de la Solemnidad de Pentecostés.

Ven Espiritu Divino, es la frase inicial de esta bella oración poética que nos puede ser útil para invocar cotidianamente al Espíritu Santo, pidiéndole que nos otorgue sus dones.

3.  La oración Adsumus.

Con el inicio del camino sinodal esta oración ha encontrado una relevancia y una valorización por parte de la Iglesia, que la ha propuesto como oración de preparación al sínodo. La puedes usar también para invocar la acción del Espíritu en tu comunidad o grupo apostólico.

¿Conoces otra? ¿Cuál de estas te ha gustado más? Te leo en los comentarios.

Ernesto Camarena

Publica desde febrero de 2022

Soy un religioso Pavoniano, inflamado de amor de Dios. Mexicano viviendo en Italia. Actualmente soy un estudiante de Teología. La Sagrada Escritura y los Padres de la Iglesia me fascinan. Me encanta leer y escribir acompañado de un buen café. «Me has llamado Amigo»