El tema de la santidad es un tópico muy abordado. Cientos de autores, decenas de textos, escritos y reflexiones, diversas meditaciones y estudios se han hecho en la Iglesia a lo largo de su historia en torno a esta cuestión de la santidad. Será quizá por su íntima conexión con la Divinidad, que este tema se convierte en aquellos inabarcables, inacabables, que parecen un océano inmenso en su profundidad y extensión. Es que hablar de Santidad, implica inequívocamente hablar de Dios, irrevocablemente debemos hablar de Dios en el hombre y de Dios con el hombre si queremos referirnos a la santidad. Y quizá lo más maravilloso de observar, es ver cómo la obra divina es la que se hace realidad en cada ser humano, en cada persona, en cada “santo en potencia”; de un modo único e irrepetible. Y es por esto por lo que vale tanto la pena leer, volver a leer y reflexionar cada historia de santidad como la obra de Dios en la miseria de la historia humana. Quizá entonces podríamos exclamar : “El Señor hizo en mí maravillas, gloria al Señor”, como el salmista.

Es por esto que volvemos, hoy, con esta historia vieja y nueva, siempre novedosa y resonante de la santidad. Ahora, en la persona de Carlo Acutis. Que existen Santos y patronos “para todos los gustos” es algo que ya sabemos, y con la historia de este jovencísimo amante de internet y de la Eucaristía volvemos a confirmarlo.

Carlo fue un joven italiano (nacido en Inglaterra), que creció en el seno de una familia que aunque guardaba creencias religiosas, no eran de practicar frecuentemente. El joven demostró desde pequeño un particular gusto por la oración, la iglesia y las prácticas piadosas. También fue devoto de la Eucaristía y de la Virgen María, a quien luego se referiría como “la única mujer de su vida”; desde temprana edad. Carlo encarnó un testimonio de esos que por sencillos, pasan a ser extraordinarios. También desde pequeño comenzó a interesarse por la Eucaristía, sosteniendo de ella que “es la autopista al Cielo”. Tomó su primera comunión a los 7 años de edad y desde entonces asistió, hasta su muerte, diariamente a Misa. Además rezaba el rosario todos los días e invertía parte de su tiempo y dinero en ancianos y necesitados. El joven Beato, llamado también “ciber apóstol de la Eucaristía”, amaba a Cristo hecho pan y se dedicó a difundirlo a través de una página web sobre milagros eucarísticos.

Si nos acercamos a la Eucaristía todos los días, vamos directos al Paraíso. Carlo Acutis, Italia.

La imagen de Carlo Acutis es un grito esperanzador de la Providencia, indicando al mundo que ser santo no es cuestión del pasado. El testimonio de Carlo no es más que la joven existencia cristiana de un varón que supo amar a Dios y al prójimo en vida, y quizá lo más sorprendente de su paso por esta tierra es que no fue en absoluto sorprendente. No vemos milagros ni imágenes sobrenaturales, tampoco grandes manifestaciones o prédicas multitudinarias. Carlo Acutis es la viva imagen de que la belleza de la santidad es la experiencia sobrenatural de una vida ordinaria, que no se nos piden cosas más grandes de las que podemos dar y no se nos reclama más de lo que el mismo Dios nos ha dado. La expresión de Carlo en esta tierra, nos llena de esperanza de saber que la santidad está allí, al alcance de la mano, al alcance de cualquiera (sin importar edad, sexo, estado civil ni situación económica) que quiera mirar a Dios para decirle “te amo” con sus obras y palabras.

Como en muchos casos, los aires de santidad de Carlo comenzaron a sentirse luego de su muerte. Se empezaron a acercar a velarle personas que su familia desconocía, y también mendigos, ancianos y gente de la calle con quien Carlo había compartido el mensaje del Evangelio. Al ingresar en el hospital con una extraña gripe, él anticipó a sus padres: “de aquí no salgo”. Y efectivamente, se le diagnosticaron uno de los peores tipos de leucemia existentes. Con mucha tranquilidad le dijo a sus padres:

Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al cielo. Carlo Acutis, unos días antes de morir, el 12 de octubre de 2006, en Monza, Italia.

El 12 de octubre falleció y su historia se unió con la de Dios, rompiendo la existencia terrena para hacerse uno con la belleza de la Eternidad.

El testimonio de este joven beato debe llevarnos a reflexionar sobre la bondad de Dios y sobre esa invitación siempre vigente a la santidad desde lo que somos. Dios no quiere que cambies tu naturaleza, tus gustos, deseos y proyectos. Éstos son siempre -cuando se trata de cosas buenas- puntos en común con un Dios que quiere la mejor versión de nuestra humanidad, y no una versión diferente de lo que somos. La belleza de este testimonio radica en la simpleza y en la humanidad de la misma. Sin grandes demostraciones ni conciertos, sin coronas o hazañas. Una vida normal, para un joven especial. Cristo es eso, Cristo es el que esperaban en carrozas y con espadas, y sin embargo nació en un humilde pesebre, como el más común de los hombres humildes.

Dejemos de pensar en el futuro y de excusar nuestra falta de amor con que “me falta esto para ser mejor”, “quisiera ser así para cambiar esto”, “para él es más fácil, es muy bueno”. Como fuera, lo que eres te lo ha dado Dios y es esa versión tuya la que quiere que conviertas para Él, para su amor. Cada día es una nueva oportunidad de santificarnos, de mirar a Dios y de abrazarlo en los demás, vestirlo en el desnudo, alimentarlo en el hambriento, darle de beber en el sediento y amarlo en todos quienes nos rodean. Ser Santo es una aventura y un desafío, pero el tiempo es poco y el camino largo. ¡No esperemos más para comenzar!

Agustín Osta

Publica desde noviembre de 2019

Católico y argentino! Miembro feliz de Fasta desde hace 12 años. Amante de los deportes, la montaña y los viajes. Amigo de los libros y los mates amargos. Mi gran Santo: Pier Giorgio Frassati. Hijo pródigo de un Padre misericordioso.