La luz física es la ausencia de oscuridad. Básicamente ilumina.

La vida que llevamos en este mundo requiere imprescindiblemente de ella.

Aporta manantiales de belleza de valor incalculable, llena nuestros días de color y, si al crecer no has perdido la capacidad de asombro, convierte todo en algo especial.

Con ella podemos caminar sin miedo a tropezarnos, valorar un paisaje, pintar un retrato, reconocer por la calle a un viejo amigo, disfrutar de una cara bonita, aprender observando, admirar al prójimo, etc.

La importancia de los gestos no verbales (como una sonrisa o un simple pulgar alzado en forma de aprobación) encuentran su valor únicamente en la mirada de los receptores.

Nuestro corazón y nuestra alma no quedan indiferentes a lo que nuestros ojos captan.

Las personas invidentes, pueden igualmente aprovecharse de la belleza que la luz aporta, pero siempre con la ayuda de otro hombre que tenga el don de poseerla.

Según la RAE, la “luz” puede definirse también como “modelo, persona o cosa capaz de ilustrar y guiar”.

Una persona, por tanto, al compartir su don de capacidad visual con alguien que carece de este, se convierte metafóricamente en luz, adaptando de alguna manera las mismas facultades que anteriormente ya he citado.

Paralelamente, los cristianos muchas veces definimos a Dios de este mismo modo. Él es luz.

Les habló Jesús, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá luz de vida. Juan 8, 12

Al ser verdad aporta claridad, ilumina nuestro camino hacia la felicidad, nos permite ver dónde está realmente la belleza y da respuesta a las preguntas que nos hacemos en medio de una búsqueda.

La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los sencillos. Salmo 119, 130

A través de su Espíritu, ilumina los corazones de sus fieles y enciende en ellos un fuego de amor que habla al interior más profundo, despierta y vivifica.

Este fuego, además, convierte a los que lo invocan en pequeñas llamas, en soldados valientes con la capacidad de despojar de la oscuridad a hombres ciegos, mediante el apostolado o el ejemplo.

Te he hecho luz de las gentes para ser su salud hasta en los confines de la tierra. Hechos de los apóstoles 13, 47

Gracias a esa luz divina, aprendemos a discernir la voluntad de Dios en lo pequeño y en lo importante, en la toma de una decisión cualquiera (del calibre y dimensión que sea), e incluso el propósito vocacional al que estamos llamados en la vida.

Esta claridad depende en mayor o menor medida del tamaño que tenga tu relación personal con Dios, que se construye haciendo oración.

Con la luz del entendimiento somos guiados hacia la santidad, aprendemos a valorar, nos empapamos de amor y se activan nuestras conciencias.

Yo te enseñaré y te instruiré en el camino que debes seguir; seré tu consejero y estarán mis ojos sobre ti. Salmo 32, 8

De esta misma manera, el Espíritu Santo, a través de su luz, siembra en nosotros promesas en forma de pequeños deseos, y cuando llega el momento perfecto, nos invita a hacerlas realidad mediante signos y señales, que reconocemos gracias a sus dones y las posibilidades (no necesariamente sencillas) que se nos presentan para poder ser llevadas a cabo.

Traza el corazón del hombre sus caminos, pero es Yavé quien dirige sus pasos. Proverbios 16, 9

Dios por amor es claridad. No confunde porque pretende que alcancemos nuestras metas contribuyendo a cuidar nuestro corazón, evitando más heridas que las que externamente de por sí ya recibimos.

Solo puedes conocerte de verdad conociendo primero a Dios. Él tiene las respuestas a lo que tu alma más busca y anhela.

Llámame y Yo te responderé, y te comunicaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces. Jeremías 33, 3

Como Creador que da la vida por sus criaturas, quiere lo mejor para cada uno de nosotros. Todo lo hizo para hacernos felices y, por eso, la mayor satisfacción en esta tierra la alcanzamos una vez que empezamos a desear como Él desea.

Él ha llorado cuando tú llorabas, reía cuando tú lo hacías, sufría contigo y compartía tus alegrías. Siempre fue cosa de dos.

Él sabe perfectamente qué es lo que más te duele. Nos ayuda a encontrar nuestras debilidades y deshacernos de nuestras máscaras para luchar contra aquellos bloqueos que nos impiden ser completamente libres y alcanzar cualquier objetivo.

Al que cree en Mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva manarán de sus entrañas. San Juan 7, 38

Sólo Él es capaz de mostrarte la grandeza de la que estás colmado, susurrándote dulcemente en el corazón, que incluso antes de la creación del mundo, ya había cuidado amorosamente de todos tus detalles. Como enamorado que es, ve belleza perfecta donde tú ves imperfecciones que te acomplejan.

Dios tiene un plan perfecto para ti y te invita a soñar a lo grande. Es un plan basado en lo mucho que te conoce y que supera, seguro, cualquier expectativa. Te lo va mostrando con pequeños llamados que suponen alegrías inmensas en el interior de tu persona, respetando tu libertad y esperando con paciencia a que estés preparado para recibir lo que llega.

Mafalda Cirenei

Publica desde marzo de 2020

Suelo pensar que todo pasa por algo, que somos instrumentos preciosos y que estamos llamados a cosas grandes. Me enamoré del arte siendo niña gracias a mi madre, sus cuentos y las clases clandestinas que nos impartía en los lugares a los que viajábamos. Soy mitad italiana, la mayor de una familia muy numerosa y, aunque termino encontrando todo lo que pierdo debajo de algún asiento de mi coche, me dicen que soy bastante despistada. Confiar en Dios me soluciona la vida.