Aspirar a la santidad no es algo que se reserve para cuando se alcanza por completo la madurez humana y espiritual. La aspiración a la belleza de este regalo también puede empezar a temprana edad cuando permitimos que la brisa divina nos alcance para inspirarnos a vivir por Él y para Él. Aun en medio del dolor y el sufrimiento, la santidad y la cercanía a Dios es la meta de todo cristiano, y como ejemplo a seguir, Santa Teresa de Ávila nos enseña cómo realmente dirigir nuestra oración y vida a Dios.

Una mujer que vino a reformar parte de la Iglesia y a convertirse en figura y modelo de misticismo en la oración y en las experiencias de cercanía con Dios. Desde pequeña admiró la vida de los santos, aquellos que, consideraba ella, con un precio pequeño habían alcanzado tan grande gracia de la santidad.

Que tu mayor deseo sea ver a Dios; que tu mayor temor sea perderlo, que tu gozo sea la esperanza del Cielo y así vivirás con una gran paz. Santa Teresa de Ávila

Pero la vida de los santos no siempre es “color de rosa” como muchos creemos. Al igual que como todo ser humano, como nosotros, Santa Teresa sufrió. La enfermedad la agobiaba hasta tal grado que abandonó su vida consagrada por un tiempo para dedicarlo a su salud, pero sin apartar la mirada que estaba fija en en Dios y en la eternidad.

Anhelaba sentirse inundada por el amor de Dios, sintiendo muchas veces la agonía de ese vacío que únicamente la belleza del amor inconmensurable del Padre puede llenar, y que también en incontables ocasiones nosotros sentimos.

Lo único necesario para buscar a Dios, es ponerse en soledad y mirarlo dentro de nosotros mismos. Santa Teresa de Ávila

Pero solo en la soledad y en la entrega verdadera a la oración experimentó el éxtasis que a la llevó a sentirse inundada del amor divino y de la belleza de la inmensidad del Dios que nos ama sobre todas las cosas.

Tiempos de persecución, de tristeza y desolación, fueron los que formaron y contribuyeron a moldear a tan excepcional mujer llena de virtud, llevándola a convertirse en la primera Doctora de la Iglesia.

Fueron esa sencillez y esa perseverancia que la llevaron a realmente entregarse a la vida por y para Cristo, dentro del dolor, o el sufrimiento, viviendo todo con alegría porque era para Jesús, a quien amaba inmensamente.

Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada al cielo, un grito de agradecimiento y de amor en las penas como en las alegrías. Santa Teresa de Ávila.

Hace algunos años, sin realmente conocer a Santa Teresa, estaba pasando por un momento que, en ese tiempo, a mis 17 años, era realmente doloroso. Estaba por quedarme sin estudios durante un año porque no había como pagarlos, en mi penúltimo año escolar.

Sabía que no podría asistir a clases y ver a mis compañeros, y seguir mi vida normal como hasta la fecha, pese a todas las demás situaciones. La tristeza y desesperanza me agobiaban, mientras sentía que Dios no me escuchaba.

Nada te turbe, nada te espante, Dios no se muda. Santa Teresa de Ávila

Una persona cercana y en ese momento muy querida, sin ser consciente de lo que hacía, me recomendó encomendarle aquella situación a la mismísima Santa Teresa de Jesús, a quien por desconocimiento él estaba confundiendo como patrona de las causas imposibles, quien en realidad era Santa Rita de Casia.

Sin realmente conocerla tampoco, comencé a pedir su intercesión por aquella situación que me embargaba constantemente y que me llenaba de tristeza y soledad. Y mientras mi madre pedía a San Juan Bosco por mí, yo en silencio pedía a Santa Teresa por la situación completa.

Y por gracia divina y la intercesión de tan humilde y extraordinaria santa, aquí estoy a unos días de graduarme de la universidad. Con la divina coincidencia de acogerla como patrona por ser escritor de este bello espacio para ahora para llevar la palabra de Dios a otros.

La paciencia todo lo alcanza, solo Dios Basta. Santa Teresa de Ávila

Porque fueron sus palabras en ese poema tan bello las que me dieron la fe necesaria, aunque yo considerara que fuese poca, para creer realmente que, quien a Dios tiene, nada le falta.

César Retana

Publica desde septiembre de 2019

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Salesiano desde la cuna. Le canto a Dios por vocación y por amor. Soy Licenciado en Diseño Gráfico, tengo 28 años, y 20 de ellos en el caminar espiritual con la Iglesia. Me gusta el café bien cargado y los libros.