Cuando era pequeña, me enseñaron a contemplar las estrellas. Me encantaba tumbarme en el césped de algún parque, o en la arena de alguna playa en verano, de noche y simplemente observar el cielo.

El universo esconde numerosos secretos. Hay una canción italiana que dice “el mar nos da siempre un poco de miedo por esa idea de demasiada libertad”. Mirar el firmamento y volverme consciente de lo minúscula que soy ante tanta grandeza, me produce una sensación de vértigo bastante parecida a esa descripción.

Pese a todo, nunca he sido buena reconociendo ninguna estrella. Para el resto parecía algo facilísimo. “¡Mirar, la Osa Mayor!”. “¡Es verdad!” respondía la gente al tiempo en el que me sentía medio vacilada.

Con el tiempo, aprendí un poco más a cerca del tema. Resulta que Dios escribe en todas partes: en la creación dejando sus huellas, a través de milagros, e incluso en unos renglones llamados estrellas. A estas últimas, les da voz con la oportunidad de contar la historia más grande y de mayor belleza jamás contada: la suya propia.

Antes de nada, es importantísimo distinguir astronomía de astrología.

Según la RAE, esta primera, es una “ciencia que trata de los astros, de su movimiento y de las leyes que lo rigen”.

La astrología, por otro lado, también según la RAE, es el “estudio de la posición y del movimiento de los astros como medio para predecir hechos futuros y conocer el carácter de las personas”.

Los hombres, para vivir, necesitan la esperanza, y cuando pierden la que nace de la fe verdadera, están dispuestos a creerle al primero que les prometa un venturoso porvenir: Mundial vult decipi, el mundo quiere ser engañado, dice un antiguo proverbio. Aciprensa, ¿Por qué los católicos no deben creer en los horóscopos?

A la astrología, por ejemplo, pertenecen los horóscopos. Estas predicciones nos hablan de una especie de predestinación del hombre, algo totalmente en contra de la doctrina católica (hecho que muchos cristianos, incluso bien formados, desconocen).

Según estas “adivinaciones”, nuestra vida depende del momento en el que nacimos, de la posición del sol y de las estrellas entonces.

La verdad es que Dios nos hizo libres. Libres de elegir. Libres de posibles ataduras o cadenas, que nos indican a cerca de hechos inevitables bajo los que pende nuestra historia.

Dios, como padre y buen amante, lo que hace es darnos la oportunidad (una y otra vez), de elegir sus caminos y vivir sus sueños.

Dios no promete consecuencias. Promete en consecuencia.

Lo llevo fuera, y le dijo: ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: así será tu descendencia. Génesis 15,5

Una vez, alguien que ahora mismo no recuerdo, me dijo que las únicas predicciones que se cumplen, son las buenas promesas que Dios nos hace.

Es verdad, y nadie podrá negarlo, que los astros ejercen algún tipo de influencia sobre las realidades del mundo, incluso en el hombre: ¿Quién nota los efectos que producen los cambios de estaciones y condiciones meteorológicas, no sólo sobre las realidades materiales (como las mareas) sino sobre el humor, los estados anímicos y la misma salud humana? Aciprensa, ¿Por qué los católicos no deben creer en los horóscopos?

La creencia en los horóscopos, la suerte y las cartas, no son admitidas dentro de la Iglesia por no ser compatibles con la confianza en Dios, con la esperanza en su providencia, y con la belleza de fe.

Algunos, por último, practican la astrología como parte del culto a los demonios, y es por la intervención de estos últimos que algunos “astrólogos” son capaces a veces de “predecir” algunos hechos futuros, por cuánto los demonios a quienes recurren, siendo ángeles caídos, conocen mejor que los hombres la relación entre las causas y los efectos naturales, así como tienen una gran experiencia del obrar humano, con sus debilidades y miserias. Pero todas sus “predicciones” sobre los actos futuros libres de los hombres no son más que conjeturas. Aciprensa, ¿Por qué los católicos no deben creer en los horóscopos?

Volviendo a la astronomía, toda la creación y su belleza, está hecha para glorificar a Dios, y por tanto, toda ella, canta sus maravillas.

Los cielos alabarán tus maravillas, Señor, y también tu fidelidad en la asamblea de los santos. Salmos 89,5

Gracias a un estudio del firmamento, los reyes magos de oriente, que no eran realmente reyes ni magos, sino estudiosos astrónomos, localizaron el lugar en el que el Dios se haría hombre.

En el manto estrellado de la Virgen de Guadalupe, por ejemplo, aparece milagrosamente grabado el cielo tal cual estaba en el momento de la aparición (una mañana del solsticio de invierno de 1531).

El problema, no es la lectura de las estrellas en sí, el problema reside en la manera de hacerlo, de interpretar tales estudios.

Ni siquiera Dios, aún siendo Dios, se atreve a atentar contra la libertad con la que Él mismo nos ha creado.

Como dice Nelson Mandela, “eres el dueño de tu destino”. Tú y nadie más. De ti dependen muchas cosas.

El futuro, no está escrito pero, confiar en Dios, trae múltiples alegrías que te animan a escoger determinados caminos en los que sólo vas a ser feliz.

Si sueñas con Dios, esos sueños van a cumplirse. Él no decepciona.

Confía aunque no veas. Camina y avanza a pesar de tu posible ceguera. Si el Rey del Universo está a tu lado, ¿Bajo su sombra, en qué batalla serás indefenso y chiquitito?

Mafalda Cirenei

Publica desde marzo de 2020

Suelo pensar que todo pasa por algo, que somos instrumentos preciosos y que estamos llamados a cosas grandes. Me enamoré del arte siendo niña gracias a mi madre, sus cuentos y las clases clandestinas que nos impartía en los lugares a los que viajábamos. Soy mitad italiana, la mayor de una familia muy numerosa y, aunque termino encontrando todo lo que pierdo debajo de algún asiento de mi coche, me dicen que soy bastante despistada. Confiar en Dios me soluciona la vida.