Hace unos días atrás, el 4 de Julio, se celebró el día de Pier Giorgio Frassati, quien es posiblemente uno de los beatos menos conocidos por los católicos. Me atrevo a decir que son pocos los que conocen sobre este santo y lamento incluirme entre ellos, ya que este es un maravilloso ejemplo para los jóvenes de hoy. Presentamos la belleza de un joven santo de “jean y zapatillas”, que supo llevar a Cristo en todo lo que hacía.

La historia de este santo atraviesa varios puntos, entre ellos:

Antes de seguir quiero contarles un poco quien era Pier Giorgio, nace en Italia, en la ciudad de Turín en 1901, en una familia acomodada. Su padre, Alfredo Frassati, fue fundador y director del periódico liberal “La Stampa”; senador del Reino de Italia y embajador de Berlín. Su madre, Adelaida Ametis, fue una notable pintora. Su hermana, Luciana Frassati, quien era 17 meses menor, no solo era hermana, sino amiga y consejera de Pier; influyó mucho para su beatificación y también escribió un libro sobre él.

Creo que lo que dice nuestro Sumo Pontífice es clave a la hora de entender la vida de este joven santo:

La fe no es para tenerla escondida, sino para compartirla. Papa Francisco

La relación con sus padres era de profundo respeto y obediencia, esto también lo lleva a tomar muchas decisiones a lo largo de su vida. Con Alfredo, su padre, tenía una relación de confianza, pero algo la hacía distinta a todas sus relaciones amicales, no compartían la fe. Esto para Pier era de suma importancia. Su madre, Adelaida, compartía la fe, pero faltaba fuego en su corazón, no había un celo católico, aun así cumplía los preceptos de la Iglesia, iba a Misa los domingos.

De niño recibió formación religiosa; en 1914 es admitido en el colegio de los padres Jesuitas de Turín, donde podía practicar su fe como lo creía conveniente. A la edad de 17 años se matriculó en la universidad politécnica de Turín donde escogió estudiar ingeniería en minas como especialidad, cabe destacar que no le iba muy bien en los estudios, lo cual era un tema de recurrente decepción para sus padres, aun así, él tenía algo en mente:

Voy a ser Ingeniero en minas para poder darme más a Cristo en medio de los mineros. Como sacerdote no podría hacerlo, pero como laico que da buen ejemplo, verdaderamente católico, podré lograrlo… como ingeniero puedo, dando buen ejemplo, actuar de modo eficaz… Yo quiero ayudar de todas las maneras posibles a mi gente, y esto lo podré hacer mejor como laico que como sacerdote. Pier G. Frassati

A los 18 años se convierte en terciario dominico, bajo el nombre de “Hermano Jerónimo”, por su admiración a un fraile dominico. Es decir que se había convertido en un laico consagrado. Como dijimos no era un joven muy estudioso, pero los escritos de Santo Tomás de Aquino y de Santa Catalina de Siena ejercen una profunda influencia en su vida espiritual.

Se cuenta que una vez regresó a su casa y se dirigió a la madre con aire triunfal porque tenía la autorización para comulgar diariamente, una gran alegría para él porque es un santo de gran vida eucarística. Para Pier el centro de su día, motor de su vida y su apostolado era su amor por la Eucaristía.

En su juventud se hizo miembro de la Acción Católica, el Apostolado de la oración, la Liga Eucarística y la Asociación de jóvenes adoradores universitarios. En el politécnico de Turín fundó un círculo de jóvenes que buscaban hacer de Cristo el centro de su amistad.

El itinerario espiritual del beato Pier Giorgio Frassati recuerda que el camino de los discípulos de Cristo requiere el valor de salir de sí mismos, para seguir la senda del Evangelio. Benedicto XVI en su visita pastoral a Turín – Encuentro con los jóvenes 2-05-2010 

Era todo un deportista, esquiaba y escalaba montañas. Entre estas cosas nunca perdía la oportunidad de llevar a sus amigos a la Santa Misa, a la lectura de las Sagradas Escrituras y el rezo diario del Santo Rosario.

Cuando cumplió 24 años de edad le diagnosticaron poliomielitis fulminante, una enfermedad que lo llevó a la muerte en solo una semana. Partió a la casa del Padre el 4 de julio de 1925. Tuvo un multitudinario funeral al cual asistieron amigos y aquellas personas a quienes el joven había ayudado.

En la exhortación apostólica Christus Vivit dirigida a los jóvenes y al pueblo de Dios, el Sumo Pontífice nos da muchos ejemplos de jóvenes santos, es más dedica un apartado del documento para ello (puntos 49-63), entre ellos nombra a Santa Juana de Arco, Santa Teresita, Santo Domingo Savio, el Beato Pier Giorgio Frassati, etc. y nos dice que:

A través de la santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. El bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero (cf. Ap 2,4). Christus Vivit n°50

El Papa emérito Benedicto XVI definía a Pier Giorgio Frassati como un muchacho fascinado por la belleza del Evangelio de las Bienaventuranzas, que experimentó toda la alegría de ser amigo de Cristo, de seguirlo, de sentirse de modo vivo parte de la Iglesia.

Cuánto nos cuesta ver el ejemplo de un santo, siempre los vemos como seres de la creación un poco lejanos a nuestro modo de vida, casi siempre pensamos que son monjas, sacerdotes, o un “loco” de la Edad Media, pero ahora se nos hace presente este ejemplo que, como mencionamos anteriormente, supo ser un joven santo de “jean y zapatillas”. En todas sus estructuras temporales, en todos sus deberes de estado anteponía a Dios, y con su vida demostraba la belleza del Evangelio.

Destacamos de Pier Giorgio su actitud permanente de caridad y servicio, dicha caridad, inspirada en San Pablo, es una caridad humilde, discreta, desconocida por todos, al lado de los pobres. Él mismo escribe en una carta: “¿Por qué debería estar triste? ¿Por qué debería sufrir? Después de todo, todos tenemos un amor que es el más bello de todos, el predicado por San Pablo”. Son muchos los actos de caridad que él ofrecía, hay muchas anécdotas de él sobre estas obras de caridad, no me voy a detener en ellas, simplemente voy a hacer alusión a su funeral… Su funeral se llenó de gente, ni los padres podían creerlo, su grupo de amigos, sacerdotes, compañeros universitarios y muchísimos pobres a los cuales Pier había ayudado y nadie sabía.

En su vida la fe se funda con la belleza de esta Caridad: firme en la fe y activo en la caridad, pues la fe sin obras está muerta (cf St 2,20).  Pier Giorgio saca de sus oraciones y en particular de San Pablo la energía necesaria para su vida: “la caridad de Dios nos apremia” (2 Cor 5, 14). Él mismo describe de la siguiente manera su vida:

Mi vida es monótona, pero comprendo cada día mejor qué gracia tan grande es ser católico. Vivir sin la fe, sin ese patrimonio que defender, sin sostener la verdad no es vivir la vida; es malgastarla. La melancolía puede existir únicamente cuando se ha perdido la fe. Por lo tanto, ¡arriba los corazones! ¡Siempre adelante por el triunfo de Cristo en la sociedad! Pier G. Frassati 27/02/1925

Lo extraordinario de este joven es que no hizo nada extraordinario, era la vida cotidiana y en la vida cotidiana optaba en cada instante, hacía lo que Dios hubiera pensado que debía hacer. En él tenemos un ejemplo cercano, un joven alegre, con una sonrisa notable pese a todo lo que pasaba, un joven que nos dice: “por ti mismo no lograrás nada, pero si tomas a Dios como el centro de todas tus acciones llegarás a la meta”. Podemos ver hacia dónde se dirige con sus palabras…

¡Verso L’alto! Pier Giorgio Frassati

Con la mirada y su corazón enfocados siempre en Dios, en una foto suya nos deja escrito un lema: ¡Verso L’alto! (¡hacia lo alto!) escalaba siempre hacia lo alto, admirando de cerca la belleza de la creación; cuanto más alto, más cerca del cielo, del Padre, de la Santidad.

Pier nos enseña a “Vivir y no ir tirando”, esto mismo solía repetir. Como él, descubramos que vale la pena comprometerse por Dios y con Dios. Que este ejemplo de santidad nos ayude a conquistar las cumbres de la vida, nos haga volver la mirada hacia el Padre, y que el fuego del Espíritu Santo, que ardía en el corazón de Pier Giorgio, nos haga siempre apuntar hacia lo alto. 

Gabriel M. Acuña

Publica desde marzo de 2020

Argentino. Estudiante de Psicología. Diplomado en liderazgo. Miembro de Fasta. Consigna de vida: "Me basta Tu gracia" (2 Cor 12, 9). Mi fiel amigo: el mate amargo. Cada tanto me gusta reflexionar y escribir, siempre acompañado del fiel amigo. ¡Totus Tuus!