Tengo 22 años, estudio historia del arte y mi vida es como un ascenso. Su fin se encuentra en la cima de una montaña de impresionantes vistas a los planes cumplidos de Dios. Nunca he estado allí pero, lo sé porque a medida que con el tiempo voy subiendo, la claridad va aumentando más y más.

A veces el sendero es oscuro, en ocasiones me he perdido tomando decisiones incorrectas, me han paralizado los miedos ante paredes empinadas y altas que pensé que no podría superar pero, milagrosamente, sigo avanzando.

Cuando me paro a contemplar todo lo que hasta ahora he recorrido, aquellos obstáculos que por mi corta estatura no era humanamente posible que escalara, me recuerdan que yo no he sido. Sola no puedo.

Para los hombres, imposible, pero no para Dios, porque todo es posible para Dios. Marcos 10,27

Con el tiempo, la altura ha convertido en chiquititas aquellas cosas que entonces tenían mucha importancia y que ahora, observo minúsculas.

Si he superado imposibles, mi veredicto es el de que, indudablemente, hay alguien que me cuida, me ha cuidado y me cuidará siempre.

Siempre habrá alguien más con quien luchar. Gladiator

Las vistas a mi pasado me hablan a cerca del discernimiento y me animan a deleitarme en la virtud de la esperanza, en el tiempo que trae respuestas, en sueños que acabarán cumpliéndose, en el sentido que tienen las cosas buenas que queremos alcanzar…

Buscad el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura. Mateo 6,33

Siempre quise ser artista y dedicarme a pintar y, descubrir que existía una carrera universitaria para ello, fue un antes y un después.

Mi vocación, aún inmadura, llamó temprano a mi corazón y con la ayuda de la gracia, le abrí la puerta decidiendo permanecer sensible a todo aquello en lo que yo, feliz, me recreaba.

Mis vistas por entonces, eran mucho menores a las actuales. Había recorrido muy poca montaña y mis decisiones, basadas en mis sueños de futuro, no podían contar con todo lo que a lo largo del camino, para bien o para mal, iría encontrándome.

Dios, con el pasar de los años, fue aumentando mi sed de grandeza. Los fracasos los veía como pasos inútiles pero la realidad, es que con ellos también avanzaba.

Caminando en línea recta no puede uno llegar muy lejos. El principito

Aprendí que todo sucede por algo, que las respuestas llegan, que todo tiene un sentido.

Pasaron muchas cosas que no podía imaginar que pasarían, fui descubriéndome, creciendo. Conocí la belleza con la que Dios hace las cosas y revela las respuestas, que la vida es preciosa, divertida y sorprendente.

Hice un año de Bellas artes al acabar el colegio y por razones poco interesantes, terminé en historia del arte.

Dios, que contaba con todo, ha respetado siempre mi libertad y mis decisiones. Las diversas etapas me han ido presentando a gente con la que he mantenido conversaciones importantes, a las que enseñé o me enseñaron, que se fueron, que se quedaron, a las que quise, a las que hice daño o me hicieron daño.

Encontré mi lugar en unos planes que no eran míos del todo (lo que aumentaba su belleza) y que, a la altura en la que me encuentro, no están completamente revelados. Sin embargo sé lo que quiero: dejar que Dios vaya haciendo.

Yo había ido a un colegio religioso y aunque tenía amigos fuera que no veían la vida como yo lo hacía, no fue hasta mi período universitario cuando por primera vez me sentí juzgada por ello.

“Lo de fuera” no me impresionó, sabía perfectamente lo que había. Aparte de que en mi casa siempre se había hablado abiertamente de cualquier tema, viajar me había abierto horizontes a culturas, religiones y diversas maneras de pensar. Sin embargo, no imaginé que confesarme cristiana iba a ser un motivo por el que en ocasiones, se me tomaría poco enserio.

Muchas veces no ha sido fácil, sería exagerado afirmar que he sido por mis creencias objeto de burla, sin embargo, sí ha dado lugar a bromas de mal gusto y un tanto fuera de lugar por parte de gente que, irónicamente, se definía liberal.

El mundo está lleno de gente con sed que reconoce, interiormente, que en los creyentes hay algo curioso y llamativo que nunca se apaga. Esas personas son luego las que recurren a ti en los momentos de mayor necesidad, aún después de haberte tomado el pelo cediendo a las risas del grupo, porque saben que tus consejos, hablan sobre lo que el corazón verdaderamente desea.

Luego está, el tema de la burbuja. Me supera. “Tienes que salir de ella”. Desde mi punto de vista, esa metáfora es una pura tontería. Todos vivimos en nuestra propia burbuja de elecciones en la que dejamos fuera lo que pensamos que no nos aporta, y acogemos aquello que consideramos que nos llena y nos hace crecer como personas. Esa supuesta burbuja, es precisamente una consecuencia de vivir en el mundo, seas del partido político que sea, de la religión que sea…el problema es que al final, la única burbuja criticable, es casualmente aquella que no comulga con la de la idea de que todo sea relativo.

Nosotros escogemos a quien dejamos entrar en nuestro mundo. El indomable Will Hunting

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI siga habiendo jóvenes que van a Misa entre semana, cuiden su pureza y recen el rosario?

Muchos opinan que si pienso como pienso es porque no me he molestado en informarme, porque vivo en una realidad sin criterio propio donde no se me ha invitado a pensar por mi cuenta. Eso es completamente mentira.

A veces hago lo que deseo hacer. El resto del tiempo hago lo que debo. Gladiator

Puedo asegurar que lo cómodo sería muchas veces hacer lo que quiero cuando quiero pero, precisamente por ese deseo de conocer la felicidad, llegué a lo que considero la verdad y finalmente, la hice mía enamorándome de los manantiales de belleza que de ella rebosan. Merece la pena sacrificar efímeros instantes de placer y hacer lo que se debe, aún cuando menos apetece, para alcanzar la alegría infinita.

Durante mi subida me he encontrado con almas que en algún momento conocieron a Dios pero, aquellas que más me sorprendieron fueron las que se desenamoraron de Él por decisión propia, negándose, por cansancio,  a vivir como sabían que realmente valía la pena.

Pocos se mantienen firmes en el amor sin el incentivo apropiado. Orgullo y prejuicio

Aun siendo pequeñas lucecitas imperfectas, estamos llamados a hablar de Dios al mundo, aunque a veces sea simplemente dando ejemplo de que tenemos dentro una buena nueva incansable, fruto de una poderosa razón mayor que por experiencia, no suele pasar desapercibida.

¿Se puede morir de felicidad? Orgullo y prejuicio

Al contemplar mi recorrido vital solo puedo dar gracias. Con todo lo que ha pasado, con todo lo que he vivido, Dios me demuestra que es fiel, que es bueno, cumplidor y justo. De este modo, la incertidumbre del futuro no produce miedo alguno (la mayoría de las veces), sólo una emoción ante lo que vendrá… una emoción que impulsa arriesgarse y a vivir todo como si fuera una aventura.

Cuando el misterio es demasiado impresionante, es imposible desobedecer. El principito

Mi camino ha sido un regalo de Dios, una historia perfecta que ambos escribimos juntos, y mientras cojo más altura, las vistas me recuerdan, una vez más, que sola no he sido, porque sola, yo no puedo.

Mafalda Cirenei

Publica desde marzo de 2020

Suelo pensar que todo pasa por algo, que somos instrumentos preciosos y que estamos llamados a cosas grandes. Me enamoré del arte siendo niña gracias a mi madre, sus cuentos y las clases clandestinas que nos impartía en los lugares a los que viajábamos. Soy mitad italiana, la mayor de una familia muy numerosa y, aunque termino encontrando todo lo que pierdo debajo de algún asiento de mi coche, me dicen que soy bastante despistada. Confiar en Dios me soluciona la vida.