En la vida apostólica de Nuestro Señor, María fue ignorada casi por completo, y al no ser llamada para ayudar en el ministerio de su Hijo, no quería interferir en su trabajo con una presencia no deseada.

En Nazaret, se le consideraba una madre judía corriente; la gente de la ciudad decía: «¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros?» (Mateo 13, 55).

Dado que el gentío esperaba usar su idioma para reducir la superioridad de Nuestro Señor, María pertenecía al orden social más bajo de la gente del pueblo. San José estaba muerto para entonces.

El camino para llegar a Cristo es acercarse a María; los que de Ella huyen, no encontrarán la paz. San Buenaventura

A primera vista, Jesús parecía despreciar la dignidad de su Santísima Madre. Cuando le dijeron: «”Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte”. Él, respondiendo, dijo al que le hablaba: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”. Y extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: “He aquí mi madre y mis hermanos. Porque quien quiera que hiciera la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”» (Mateo 12, 47 – 50; Marcos 3, 31 – 35; Lucas 8, 19 – 21).

En otra ocasión, «una mujer entre la multitud alzó la voz y dijo: “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que mamaste”. Pero Él dijo: “Más bien, dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la guardan”» (Lucas 11, 27-28).

Antes de morir, Jesús ofrece al apóstol Juan, aquello más precioso que posee: su Madre, María, quien a los pies de la Cruz, en Juan, acoge en su corazón a toda la humanidad. San Juan Pablo II

De hecho, en estos dos pasajes, Jesús colocó la belleza del vínculo del alma y Dios, por encima del vínculo natural de sangre que unía a la Madre de Dios y a su Divino Hijo.

Esta última dignidad no se puede subestimar. Nuestro Señor la señala para mostrar el verdadero valor, la verdadera belleza de la santidad, porque evidentemente es más fácil para las personas apreciarla. Por eso, Jesús exaltó a su Bienaventurada Madre de la manera más fuerte, porque superó a todos los demás en belleza de santidad, y nada menos que a los demás, en dignidad.

Muy probablemente, María fue también una de las santas mujeres de las que nos hablan los evangelios, al decirnos que cuidaban de Jesús y de sus discípulos durante su ministerio en Galilea (cfr. Lucas 8, 2-3).

Salve, oh blanco lirio de la Trinidad resplandeciente y siempre serena. Salve, oh Rosa de belleza celestial. Vos sois de quien el Rey de los cielos ha querido nacer; de vuestra leche a querido ser alimentado. Dignaos también alimentar nuestras almas con divinas bondades. Amén. Santa Gertrudis

Los evangelistas no mencionan ninguna otra aparición pública de María durante los viajes de Jesús a Galilea o Judea. Sin embargo, debemos recordar que, cuando el sol aparece, aún las más brillantes estrellas se tornan invisibles.

John Sergio Reyes León

Publica desde julio de 2020

Sitio web personal

Soy un joven de 18 años de edad nacido en Bogotá pero residente en Medellín, la ciudad más católica de Colombia. Trato de seguir el ejemplo de los evangelistas al relatar la buena nueva que Dios ha hecho en mi vida. Parafraseando a san Pablo: Ahora no hablo yo, es el Espíritu Santo el que habla en mí.