¿Es muy loco pensar que alguien más que nosotros vive en nosotros, o que podría llegar a habitar en nuestro corazón?

“¡Qué manera de empezar tan rara Gabi!” podrían decir algunos lectores; otros se preguntarán : “Y esto… ¿Qué tiene que ver con el nombre del artículo?”; algunos más vivarachos ya adivinaron por dónde voy a emprender viaje.

Hay una persona más que vive en cada uno de nosotros, y así proclama la Palabra:

Él es el Espíritu de verdad; el mundo no lo puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque vive con ustedes y estará en ustedes. Jn 14,17

Acá quiero comenzar a aclarar algo… Este Espíritu es llamado “Paráclito”, palabra que viene del griego y quiere decir “convocado”, por ende, esto nos da a entender un paso demasiado importante, el Espíritu Santo no viene hasta que no se lo convoque, hasta que no se lo llame.

La Palabra de Dios es muy clara. El Señor es muy clarito cuando le habla a los apóstoles y a nosotros: “Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Jn 14, 26); y más adelante Él añade una breve, pero compleja descripción de la “tarea” del Espíritu:

Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. El me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Jn 16, 13-14

Ya que estamos, les quiero contar que cuando realicé el curso de confirmación, es decir, el proceso previo a recibir el sacramento de la confirmación, como tarea debíamos aprender los dones que el Espíritu Santo nos otorga. Generalmente nos costaba memorizarlos, hasta que un día el seminarista que nos brindaba el curso llegó con una espléndida solución, nos trajo una regla mnemotécnica que quiero brindarles hoy: “ENSACICOPIFOTE”.

Ya que les traigo esto a colación, voy a explicar muy brevemente cada don del Esp. Sto.

  • Entendimiento:

San Pablo en la Epístola a los Corintios dice lo siguiente: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu” (1 Co 2, 9-10). Este don nos permite comprender las cosas como las comprende Dios, con Su entendimiento, por ende, el cristiano, (gracias a este regalo), va más allá del aspecto de la realidad, y pasa a profundizar las cosas con el pensamiento del mismo Dios.

Cuando el Espíritu Santo habita en nuestro corazón e ilumina nuestra mente, nos hace crecer día a día en la comprensión de lo que el Señor ha dicho y ha realizado. Papa Francisco

El Esp. Sto. cuando nos otorga este don, nos está regalando un pasaje directo a la intimidad con Dios. El Esp. Sto. nos abre la mente, nos permite comprender mejor lo terrenal, las cosas de Dios, las situaciones, y todas las cosas.

  • Sabiduría:

La pregunta es: ¿El cristiano puede llegar a ser sabio? Sí, pero no es tan fácil como parece, es una de los dones más buscados y codiciados. Uno piensa que ser sabio es simplemente “ser un cerebrito”, “ser un Einstein”, o cosas parecidas, pero lamento informarte que estas lejos de ser sabio si crees eso.

La sabiduría es la gracia de poder ver las cosas con los ojos de Dios. Parece algo obvio lo que mencionaré, pero esto requiere una intimidad con el Señor. Es la relación de nosotros como hijos con el Padre la que nos permite ser receptores de este don; y cuando lo recibimos, logramos entender como actúa Él, y logramos saber cuándo algo es y no es de Dios.

Dentro de nosotros, en nuestro corazón, tenemos al Espíritu Santo; podemos escucharlo, podemos no escucharlo. Si escuchamos al Espíritu Santo, Él nos enseña esta senda de la sabiduría, nos regala la sabiduría que consiste en ver con los ojos de Dios, escuchar con los oídos de Dios, amar con el corazón de Dios, juzgar las cosas con el juicio de Dios. Esta es la sabiduría que nos regala el Espíritu Santo, y todos nosotros podemos poseerla. Sólo tenemos que pedirla al Espíritu Santo. Papa Francisco – 2014

Solo los dóciles a la voluntad del Padre, es decir, solo los dóciles al Espíritu Santo, podrán ser receptores de este gran regalo.

  • Ciencia:

Este don nos permite captar a través de la creación, la grandeza , el amor de Dios ,y su relación con cada creatura. Nos lleva a descubrir cómo cada cosa nos habla de Él y de Su amor. Nuestros ojos se abren a la contemplación de Dios.

Francisco enseña que es el Espíritu el que nos conduce a alabar al Señor desde lo profundo de nuestro corazón, y a reconocer, en todo lo que tenemos y somos, un don inestimable de Dios, y un signo de su infinito amor por nosotros.

  • Consejo:

Es Dios por medio de su Espíritu que ilumina nuestro corazón de tal forma, que nos hace comprender el momento justo de hablar, y qué decirle a la otra persona.

No es novedad lo que dijo el Papa Francisco en 2014, pero lo traigo a colación: “En el momento en el que lo acogemos y lo albergamos en nuestro corazón, el Espíritu Santo comienza inmediatamente a hacernos sensibles a su voz y a orientar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones según el corazón de Dios”.

Venimos hablando de varios dones y en ellos hay algo en común… la intimidad con el Señor. Esta misma se logra por medio de la oración, y en el caso de este regalo, de este don de consejo, es de suma importancia entender y aprovechar los momentos de oración. Previo a charlar con alguien, poder insistirle al Señor que nos dé la capacidad de hablar con sus palabras, de poder meditar “¿Qué quiere el Señor que le diga a esta persona?”.

Él nos deja tranquilos y nos dice: “No os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros” (Mt 10, 19-20).

  • Piedad:

Muchas veces, los cristianos, entendemos de manera errónea este don, vinculándolo con la compasión, o con la virtud de la caridad; pero va más allá de estos conceptos. Es el don que nos hace sabernos hijos de Dios, y nos une íntimamente con Él por medio de un vínculo profundo que transforma nuestras vidas, y mantiene firmemente la comunión con Él.

Cuando el Espíritu Santo nos otorga el don de la Piedad, percibimos la presencia del Padre celestial, y el infinito amor que siente por nosotros, llenándonos de ese mismo amor y sencillez, ayudándonos a volcarlo en nuestros hermanos.

El don de piedad nos pone en constante servicio hacia los demás, entendiéndolos como hermanos, y entendiéndonos a nosotros como hijos que se encuentran unidos íntimamente con Dios Padre en el amor.

  • Fortaleza:

Francisco en 2014 dijo: “El Señor viene siempre a sostenernos en nuestra debilidad y esto lo hace con un don especial: el don de fortaleza”. 

El Espíritu Santo por medio de este don libera nuestro Corazón, lo limpia… ¿Pero de qué?, de todo aquello que nos entibia, y nos aleja del camino de la Verdad, de la Belleza, volviéndonos débiles. Es aquí cuando debemos dejarnos captar por la Palabra del Señor.

En la historia de la Iglesia, contamos numerosos ejemplos de hermanos y hermanas que con su vida demostraron la fuerza de su Fe, que no dudaron en entregar hasta su propia sangre para mantenerse fieles en el Señor. ¡Cuánta Fortaleza, cuanta convicción!

Cada día de nuestra vida el Señor pide que seamos fuertes. Necesitamos de esta fortaleza para llevar adelante nuestras vidas, nuestras familias, nuestra fe, y así también poder soportar y superar los momentos difíciles junto a Él. El apóstol Pablo nos recuerda que:

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Flp 4,13

  • Temor de Dios:

Para finalizar con los Dones que nos son otorgados por medio del Espíritu Santo, vamos a mencionar el Don de Temor de Dios. Este temor lejos está de vincularse con el miedo, o la desconfianza hacia el Señor que nos ama profundamente, quien nos perdona constantemente buscando nuestra salvación. Este don nos ayuda a reconocer qué tan pequeños somos ante Dios y su infinito amor, y que debemos depositarnos con humildad como niños en los brazos de este Padre, nuestro Padre.

El Ángel del señor acampa en torno a quienes lo temen y los protege.  Salmo 34  

Al volvernos más humildes y pequeños, entendemos que toda la belleza proviene de la Gracia de Dios, y que nuestra fuerza está en seguirlo a Él por el sendero de la verdad y la vida.

Entonces… ¿Cuál es la tarea del Espíritu Santo? Guiarnos hacia la Verdad, y lo hace por medio de lo que Jesús nos enseñó: la oración, las virtudes, el ser buenos cristianos, y en ser ejemplo. Pero bien mencioné al principio, el Espíritu Santo no viene si no lo convocamos, si no le llamamos, si no le abrimos la puerta de nuestro corazón; y la fuerza que nos dá, es en la medida en que la puerta está abierta. Tenemos que rezarle al Espíritu Santo, tenemos que entender que “somos una carta de Cristo redactada no con tinta sino con el Espíritu de Dios” (2 Cor 3, 3).

Pidámosle con fervor, con sinceridad ¡Espíritu Santo, ven a nuestros corazones y enciende en ellos el fuego de Tu Amor!

Gabriel M. Acuña

Publica desde marzo de 2020

Argentino. Estudiante de Psicología. Diplomado en liderazgo. Miembro de Fasta. Consigna de vida: "Me basta Tu gracia" (2 Cor 12, 9). Mi fiel amigo: el mate amargo. Cada tanto me gusta reflexionar y escribir, siempre acompañado del fiel amigo. ¡Totus Tuus!