La vida del hombre se trata de esperanza, siempre, en todos los ámbitos de la vida, en todos los tiempos de la humanidad, a lo largo de toda la vida del hombre siempre esperamos algo. Porque cuando perdemos la ilusión, cuando nos quedamos sin más nada que esperar sin ningún propósito, morimos. La vida sin esperanza alguna es insostenible y más que vida es un esperar la muerte. Por eso el refrán popular reza que: lo último que se pierde es la esperanza.

Y aunque la vida del hombre de esperanza se sostenga, existe en el mundo mucha gente desesperanzada, desilusionada de todo o de casi todo, que siguen viviendo solo por inercia o por alguna pequeña sombra de espera, por alguna pequeña ilusión cotidiana puesta en algo que no llena. Y la marea de depresión, de sinsentido, y de suicidios que esto genera en el mundo moderno va cada vez más en aumentó.

El que pierde la esperanza lo hace porque ha sido defraudado. Pusimos nuestra esperanza en algo que no saciaba, que no nos dió aquello que esperábamos obtener. La gente enloquecida por el dinero, la fama, el poder, el trabajo y al obtenerlo… la esperanza de ser feliz con eso se ve defraudada. Ni siquiera la familia o los amigos, o las metas profesionales y personales alcanzadas, son capaces de saciar al hombre que una y otra vez ve defraudada su esperanza, y una y otra vez vuelve a la carga a buscar lleno de ilusión ser feliz en algo que no sacia…

En un mundo donde la esperanza humana no alcanza, el cristiano está llamado a ser luz y sal, y debe ser fuente de una Esperanza nueva, de una Esperanza con mayúscula.

Nuestra alma espera en el Señor: Él es nuestra ayuda y nuestro escudo. Salmo 33. 20

El cristiano tiene en la esperanza, un tesoro inagotable de sentido, de fuerza, de felicidad que no puede guardarse. El mundo tiene sed de nuestra esperanza y debemos saciarlo con nuestro testimonio. Nosotros sabemos que la belleza de vivir es la belleza de la esperanza que no defrauda.

La esperanza es una virtud, de alguna forma, desconocida. Cuando uno empieza a recibir la catequesis escucha constantemente sobre la fe, todo el mundo habla de la fe, la fe mueve montañas, si tu fe fuera del tamaño de un grano de mostaza, tu fe te ha salvado, etc. Sobre la caridad también se habla y escucha mucho, los obispos, los sacerdotes, el Papa todos hablan del amor cristiano… y está bien, la fe y la Caridad son fundamentales, pero junto con ellas hay que recuperar al discurso de la esperanza.

Esta virtud es la unión de la fe con el amor. Es la virtud por la cual esperamos confiada y activamente, el cumplimiento de aquello que por la fe creemos, pero lo esperamos, no como se espera el colectivo, pasivamente a que llegue algo, sino que es una espera activa y esta acción es la de la caridad, aguardamos al Señor caminando tras él con el paso firme del amor cristiano.

Se podría decir mil cosas más sobre la belleza de esta virtud fundamental pero quisiera concluir diciendo simplemente que para alimentar nuestra esperanza y así dar de comer al mundo con ella, es necesario saciarnos diariamente con el pan bajado del cielo. La eucaristía es el pan de la esperanza que hace presente anticipadamente aquello que esperamos obtener luego en plenitud.

Viene a mi memoria la obra J. J. R Tolkien de El Señor de los Anillos en donde Frodo y Sam para completar el difícil viaje de sus vidas se alimentaban diariamente con el pan de los elfos, un pan de lembas, mágico, que con un solo pedacito pequeño era capaz de reconfortar completamente, de aclarar la mente y fortalecer el cuerpo, de dispersar las tinieblas del alma y devolver a la memoria el recuerdo de los momentos felices incluso en los trances más oscuros. Este pan incorruptible es para nosotros la Eucaristía, alimento necesario que nos nutre en la esperanza para alcanzar algún día la felicidad del Cielo.

Santiago Rodriguez Barnes

Publica desde febrero de 2022

Soy un joven católico y Argentino, estudiante de Letras y Filosofía. Actualmente soy miembro de un movimiento de la Iglesia llamado FASTA que se dedica a la evangelización de la familia, la cultura y la juventud.