Todos los seres humanos, queramos o no, nos sentimos atraídos siempre por la belleza. Es absolutamente inevitable no sentirse atraído por una persona que es bella en su aspecto físico, en su personalidad, en su arte. De igual forma, es inexcusable sentirse capturado por la belleza del arte como tal. Incluso hay veces en las que sentimos ganas de comer algo sólo por cómo se ve, porque como dice la sabiduría popular: Todo entra por los ojos. Así mismo, es indiscutible afirmar que Dios es atractivo y atrayente, solo que en muchas ocasiones el Padre de la Mentira (el Diablo) desdibuja la imagen que tenemos de nuestro Creador.

El amor es la belleza del alma.

SAN AGUSTÍN

A medida que avanza este tiempo litúrgico de la Cuaresma pienso en cómo la magnificencia de un templo nos puede llegar a hablar de la grandeza de nuestro Dios, como ocurre con las procesiones, la música sacra, las velas encendidas, el olor a incienso, el sonido de las bandas musicales, las imágenes religiosas en los pasos y tanto otro arte sacro que convierte a las calles en museos de arte religioso, que atrae tanto las miradas de creyentes como de no creyentes. Sin embargo, la piedad popular de nuestra cultura iberoamericana no puede perder su norte, ya que sería muy triste que nos quedáramos sólo en eso, en la contemplación de unas flores, unas velas y una imagen de yeso; la liturgia católica no es un para nada un museo, es sobre todo un medio para elevar los ojos a Cristo que murió y resucitó por darnos vida nueva.

La belleza de la liturgia es parte del misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del cielo sobre la tierra.

PAPA BENEDICTO XVI

Hablar de la belleza que atrae en cuanto a la Semana Santa es hablar de todo esto; lo cual me lleva a recordar las procesiones en mi parroquia San Pío X en Itagüí – Colombia, durante las cuales, un día, vi una escena que me marcó como católico para toda la vida: Ver cómo una pareja le enseñaba a sus hijos a dar la bendición mientras frente a sus ojos pasaba una procesión. Que esto nos haga ser conscientes de cuántos han vuelto a Dios por una mirada de fe en la liturgia de su Iglesia.

Aprovecha esta Semana Santa para recordar que Jesucristo recorrió el camino de la vida con el fin de ser nuestro más excelente guía.

ANÓNIMO

La piedad popular bien centrada no es enemiga de la fe. Antes bien, es un medio único para volver los ojos a Dios que, a través de todos esos signos de los que ya hemos hablado, nos recuerda su gran amor por nosotros. Entonces, ¿cómo conservar la tradición de la liturgia sin desviar la mirada de Cristo? La respuesta es sencilla y es que debe haber un equilibrio en nuestra vida como cristianos, pues por servir en una cofradía o en un grupo parroquial no podemos dejar de vivir las celebraciones eucarísticas como lo que verdaderamente son: la presencia de Cristo presente en las especies del pan y del vino. Que en estas fechas que son tan importantes para la Madre Iglesia no nos convirtamos solamente en simples funcionarios, sino en servidores, dispuestos a servir a Dios en los hermanos.

La Eucaristía supone la Resurrección y se la comunica a los hombres; así como dice Jesús “Yo soy la Resurrección y la Vida”, dice también “Yo soy el Pan de Vida”.

PAPA FRANCISCO

Mi invitación para estas semanas previas a la Semana Mayor es disfrutar de la diversidad que encontramos en nuestra Santa Iglesia Católica. Que sirviendo en un grupo o en una cofradía, viendo pasar todas esas procesiones, oyendo toda esa música sacra, oliendo el incensario pasar, admirando todos esos arreglos florales, o contemplando todas esas imágenes religiosas se incremente nuestro amor por Dios y por nuestros hermanos. Dejémonos así cautivar por la belleza de nuestra fe, de nuestros templos, viviendo al máximo cada celebración eucarística, viendo al Crucificado que ahora es el Resucitado, que al mostrarnos sus sacrosantas llagas como lo hizo con Santo Tomás, nos recuerda su gran amor por nosotros. Que ése amor nos impulse a servirle. Parafraseando una canción: Es imposible conocerle y no amarle, es imposible amarle y no seguirle.

Jason Larrea Herrera

Publica desde enero de 1970

Miembro del equipo de redacción de Tolkian.