Todo cristiano comprometido es consciente de su deber de evangelizar. Llevarlo a la práctica es más complicado. Muchas veces, no queremos que la gente se asuste y nos pueden los “respetos humanos”, por lo que acabamos diluyendo el mensaje, que es lo mismo que presentar solo a un pseudo-Cristo. Al mismo tiempo, desde esta experiencia, podemos pensar que cualquier intento de adaptación del lenguaje o de los medios es peligroso, es una manipulación, es… como si esto fuera marketing.

Marketing evangelizador

Existen ámbitos de gran relevancia en nuestra sociedad en los que los cristianos nos hemos limitado a adoptar los valores seculares, en lugar de transformarlos creativamente para trascenderlos. Uno de ellos es, en gran medida, el del marketing. Esto lleva en muchos casos al rechazo o la sospecha hacia una herramienta que potencialmente es muy buena.

Para hablar de marketing, primero tenemos que definir qué es una marca. Y una buena explicación, que va más allá de los tópicos capitalistas, es que es un grupo o individuo que interactúa con una audiencia o clientes. La clave aquí es la interacción, la conexión que se produce entre estas dos partes, las cuales no son anónimas, sino que están formadas por personas concretas con sueños, aspiraciones, problemas, deseos, intereses, miedos, necesidades, etc.

La primera de las partes tiene un mensaje concreto del que quiere convencer a la segunda. Por ejemplo, que comprar su producto les va a hacer la vida más fácil, que contratar su servicio les va a ayudar a progresar en su camino o que llevar a cabo una acción determinada (votar a un partido, dejar de fumar, hacer ejercicio, etc.) va a traerles un bien.

Es esto de la convicción lo que puede chocarnos como un poco turbio. Pero, ¿y si realmente sabes que tu producto, tu servicio o tu proclama va a ayudar a esas personas a ser más felices y cumplir su misión en este mundo? ¿No estaríamos entonces faltando a la caridad si no hacemos lo posible para que llegue a ellos? ¿No es en el fondo esto la evangelización? 

En efecto, lo más grande que podemos ofrecer es a Cristo mismo. Él es el único que les puede dar la felicidad plena y el sentido completo de su existencia. Y tenemos que hacer lo posible para que llegue a ellos. Esto implica algo más que lanzar mensajes evangelizadores en general a la humanidad. Hay que saber llamar a la puerta del corazón de las personas, que tienen todas esas características concretas, antes mencionadas, que tan bien analizan los expertos en publicidad. La manera de conseguir esto no va a ser la misma para cada persona; por eso en la Iglesia existen muy diversos carismas. Cada uno de nosotros tenemos que discernir nuestros carismas, y a quiénes están destinados.

Los evangelistas y el marketing

Podemos aprender una lección de marketing en los Evangelios, que es muy útil porque nos ayuda a entender que no es algo oscuro o engañoso, sino un arma en nuestro arsenal para ayudarnos en nuestra misión de servir a la gente, y específicamente a los grupos de gente en particular a los que nos sentimos llamados a servir.

Lo vemos al comparar el Evangelio de San Mateo con el de San Marcos. San Mateo escribe principalmente para los judíos, que esperaban al Mesías, y por eso empieza su relato con la genealogía de Jesús, cuya humanidad hunde sus raíces en la historia del Pueblo de Israel (Abraham, David, Salomón…). Inmediatamente después, relata el anuncio del ángel a José, la visita de los Magos y la matanza de los Inocentes, y en los tres episodios insiste explícitamente en cómo son cumplimiento de las antiguas profecías. Esta percepción de la continuidad entre Antigua y Nueva Alianza confortaría a los judíos a la hora de tomar la decisión de aceptar a Jesús como Mesías. Con ello, el evangelista les tiende un puente que les va a ayudar a abrirse más al mensaje de Jesús y recibirlo mejor.

Por su parte, San Marcos escribe principalmente para los gentiles, que no están familiarizados con la historia de Israel. Así que él empieza directamente con la predicación de Juan el Bautista, un hombre que vive en el desierto, separado de la sociedad, diciéndonos que el Cristo viene. Un mensaje que podía conectar muy bien con los gentiles de esa época, que sentían el vacío de la vida secular —como hoy—. Salta directamente al mensaje que los gentiles pueden comprender, sin tener que insistir el carácter judaico, que podía suponer un obstáculo para que ellos siguieran a Jesús.

Estas son las dos maneras en que los evangelistas —en conjunción con el Espíritu Santo— eligen “marcar” su Evangelio. Evidentemente, todos los Evangelios son el mismo mensaje, pero esos cambios de presentación hacen más fácil la comprensión en cada comunidad. Esto es lo que queremos decir nosotros cuando hablamos de marca: buscamos conocer a la gente a la que estamos hablando, y buscamos hablarles de una manera que les abra a nuestro mensaje, que les abra a lo que queremos darles y a recibirlo de nosotros. No queremos quitarles las ganas con información que no entiendan o no conecte con ellos, y tenemos que buscar lo que realmente necesitan de nosotros para dar un paso más.

Vemos entonces que incluso si una persona está haciendo la misma cosa que otra —repetimos, el Evangelio es el mismo—, la marca, la manera de hacer marketing, puede hacer que cada uno llegue a una comunidad diferente de personas, de modo que los esfuerzos se dividen y el bien se multiplica.

Aplícalo

La marca es lo que crea el puente entre ti y la gente que vas a servir. Lo fundamental es la conexión, sin la cual el mensaje no llega a esa gente, por muy bueno que sea y muy bueno que seas tú. Examina tus carismas y busca a la gente a la que el Señor te llama más en particular a llevarle. Mírales con una profunda mirada de amor, purificando toda motivación de orgullo y queriendo solo acercarles a Dios para Su gloria y por el bien de esos hermanos tuyos.

Aprende qué les va a tocar el corazón para abrirlo de par en par a Cristo. Cuáles son sus características, experiencias, lenguaje, gustos, anhelos profundos, necesidades, deseos, etc. Con esto, puedes configurar tu “marca” de evangelización. Tu mensaje será el de siempre, el del Evangelio, pero tu medio tenderá ese puente que hará que conecte con ellos, que lo acojan en sus vidas y lo hagan suyo. Así, habrás preparado como un siervo fiel el camino para el paso de la gracia del Señor.

Paola Petri Ortiz

Publica desde marzo de 2019

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Historiadora reconvertida en emprendedora, entrenadora personal y nutricionista. Apasionada de la salud espiritual, mental y física. Enseñando a cuidar de nuestro cuerpo como Dios cuida de nuestra alma. Aprendiendo a dejarme amar por el Corazón de Jesús.