El cuidado de la creación es una parte fundamental de nuestra fe. Si reconocemos la creación como un regalo de Dios en lugar de algo para ser manipulado, eso comienza a cambiar nuestra propia comprensión de los bienes naturales y materiales.

El modelo de cómo cambiar nuestra visión de la creación está en las Sagradas Escrituras y en la rica Tradición Católica, que combina la justicia ambiental con el cuidado de los más pobres y vulnerables del mundo. Mientras que los asuntos ambientales llegaron a ser considerados más ampliamente después de la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco (Sobre el cuidado de nuestro hogar común), las diferentes comprensiones de la relación de los humanos con el resto de la creación se remontan a las Sagradas Escrituras.

Pero, ¿por qué cuidar la naturaleza es importante para mi fe? El primer paso es subrayar la importancia de las interrelaciones con los demás, con Dios y con el mundo natural. Todos son parte de una pieza, así que están todos interconectados.

El medio ambiente no es simplemente esta cosa extra de la que solo unas pocas personas deberían preocuparse. Enlaza con los fundamentos de nuestra fe. Cuando hablamos de la creación en el contexto de la religión (lo que llamamos ecoteología) existe esta idea de interconexión, y eso es muy, muy importante no solo para la ecoteología en particular, sino también para toda la teología.

En su carta a los Colosenses, San Pablo escribe un himno a Cristo que dice: “En Él fueron creadas todas las cosas en el cielo y sobre la tierra, las visibles y las invisibles, sean los Tronos o las Dominaciones, los Principados o las Potestades. Todo ha sido creado por Él y para Él” (Col 1, 16). El Cristo que Pablo está describiendo no solo es significativo para los seres humanos, sino para toda la Tierra. De alguna manera ha venido a redimirlo todo, no solo a la humanidad. Por eso la conservación de la belleza de la creación también debe interesarnos.

Este es el corazón de nuestra propia fe cristiana. Si piensas en Cristo de esta manera, no puedes dejar la creación en el olvido. Por ejemplo, si miras el relato bíblico del Apocalipsis, el libro habla de un Cielo nuevo y una Tierra nueva. Lo interesante es que el texto también puede ser entendido como una “Tierra renovada”. En otras palabras: esta Tierra será llevada a la siguiente vida, y eso significa que somos responsables de cuidarla. Nuestra tarea como discípulos de Jesucristo es cuidar la Tierra que Dios nos ha dado.

En el caso de la Iglesia Católica, se trata también de pensar en las cuestiones de desarrollo y en las cuestiones de la pobreza. Los católicos reconocemos que el desarrollo y la ecología no están separados. No es que si nos preocupamos por el medio ambiente, de alguna manera no estamos entregando nuestras energías a las cuestiones de la pobreza: los dos temas están interconectados.

San Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco usaron un término llamado conversión ecológica. Esto no significa simplemente un giro hacia la naturaleza; se trata de cómo el florecimiento y el bienestar humano están profundamente conectados con la vida del planeta y la comprensión de que lo que le hacemos al planeta va a impactar sobre nuestro propio bienestar.

Y cada vez es más evidente que este es el caso. El impacto derivado de los problemas medioambientales casi siempre afecta a los más pobres. De esta manera la teología, además de dar a las personas de fe esa motivación para hacer algo al respecto , también puede ser un portavoz en nombre de los grupos más marginados que están sufriendo sus peores efectos.

Entonces, ¿cómo podemos empezar a hacer la paz con Dios y con el mundo que nos rodea? Esa es una pregunta extremadamente difícil, creo, porque estamos hablando de una conversión cultural. El Papa Francisco habla de esto también en Laudato Si’, en donde se nos anima a que escuchemos a los testigos de todo el mundo que hablan de su empobrecimiento o sufrimiento debido a las catástrofes medioambientales. Entonces podemos tratar de generar un sentido de solidaridad.

Tenemos una oportunidad increíble de hacer una verdadera diferencia en la Iglesia Católica. Eso es emocionante, y deberíamos hacer un llamado al Espíritu Santo para que nos permita hacer los tipos de cambios que queremos hacer para seguir disfrutando la belleza de nuestro medio ambiente, pero que a menudo nos sentimos impotentes para lograr.

Necesitamos profundizar en la oración. No podemos arreglar estas relaciones por nuestra cuenta, es demasiado difícil. Estamos encerrados en estos estilos de vida que muy a menudo son dañinos para el mundo natural.

Pero una vez que empezamos a darnos cuenta de esto, el Espíritu Santo puede permitirnos tener una mentalidad más ecológica. Todos luchamos con estos asuntos, no somos perfectos. No todos nos convertiremos en activistas ambientales de la noche a la mañana, pero podemos dar pequeños pasos, y eso es todo lo que podemos pedirnos unos a otros. La concienciación sobre este tema también es parte de la belleza que caracteriza al ser humano.

Desde la publicación de Laudato Si’, ha habido una gran cantidad de energía en torno a estos temas, pero tengo la sospecha de que la energía está alrededor de aquellos que ya están bastante convencidos. Todavía hay mucha resistencia por parte de los sectores más conservadores que no necesariamente quieren escuchar.

Pero en realidad el marco de la ecología integral del Papa Francisco es un mapa notablemente sofisticado de interconexión. Esa sabiduría solo puede venir de alguien de su edad y experiencia. Creo que mucha gente trata de resistirse a su sabiduría. En cambio, Francisco está tratando de hacer algo más difícil, que es mirar en conjunto la historia científica, política y económica detrás de la degradación ambiental.

Para finalizar, recordemos que Dios nos dio la creación y la llamó buena. Si es lo suficientemente buena para Dios, debería serlo para nosotros. Las Sagradas Escrituras nos recuerdan que somos cuidadores del don de la creación, no explotadores que usan y abusan de ella a su antojo. En cambio, cooperamos con Dios como sus co-creadores. El cuidado de la creación, el material de nuestra asociación con Dios, es una carga innegable para aquellos que quieren vivir la vida cristiana y amar a Dios.

Abner Xocop Chacach

Publica desde septiembre de 2019

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Joven guatemalteco estudiante de Computer Science. Soy mariano de corazón. Me gusta ver la vida de una manera alegre y positiva. Sin duda, Dios ha llenado de bendiciones mi vida.