Cada vez es más probable que el carácter científico de la realidad quede reservado a una élite privilegiada con conocimientos basados en abstracciones, décadas de estudios y notas brillantes; los médicos, físicos, químicos, etc. Sin embargo cualquier reflexión epistemológica nos lleva a la conclusión de que incluso la literatura, la historia y las artes son capaces de poseer carácter científico, pues poseen métodos, categorías, reglas, técnicas, etc. ¿Es que entonces ya no podemos considerar la filosofía como una ciencia válida? Einstein reflexionaba sobre qué era lo propio del carácter científico:

Respecto a la ciencia, podemos muy bien definirla para nuestros requisitos como pensamiento metódico encaminado a la determinación de conexiones normativas entre nuestras experiencias sensoriales. Albert Einstein, Mis ideas y opiniones.

La física, por ejemplo, hace válida solo la realidad experimentada, mientras que la filosofía de la naturaleza se basa en una experiencia de la realidad, en una relación entre el ente móvil y su propio carácter móvil. La realidad meramente descrita desde un punto de vista físico o biológico está fragmentada, abstracta, reconstruida matemáticamente, sostenida por teorías hasta que queden refutadas.

Opinamos que el motivo real estriba en que físicos y filósofos ven el mundo desde dos puntos completamente distintos. Para el físico no existe en la naturaleza más que aquello que se puede reproducir con cifras, el resto no le merece interés (…) El filósofo, igual que el artista, le toma a mal esta posición y Goethe derramó sobre él todo el sarcasmo de Mefistófeles. Pero el reproche: ‘lo que no podéis asir os falta completamente, lo que no calculáis creéis que no es verdad’, no tiene nada de ofensivo para el físico sino que expresa un principio muy razonable y el ignorarlo siempre le ha acarreado conflictos. (…) No pretendemos ser capaces de investigar el principio original de las cosas, lo único que afirmamos es que los números son la meta última que puede alcanzar el físico. Arthur March, Naturaleza y conocimiento

Es necesario estudiar no solo las leyes de orden natural sino el sentido propio de la naturaleza de las cosas que se suceden por ese orden, la teleología del orden. La filosofía de la naturaleza es una ciencia tiene la virtud de basarse en el orden de la naturaleza no a nivel mecanicista sino partiendo del sentido teleológico. Todas las ciencias ordenan, porque como dice Aritstóteles al comienzo de la metafísica, es propio del sabio ordenar. Pero el orden que se le da a la naturaleza, dice Santo Tomás, en la filosofía parte de la contemplación y no de la computación de datos y operaciones.

El filósofo se sitúa en un plano de razonamiento más elevado que el científico. Digo esto porque en principio el biólogo o el físico se dedica a profundizar en las distinciones materiales y características de manera parcial y especializada, pero el filósofo (de la naturaleza, no el metafísico) no se pierde en las circuntancias sin que estudia el ente móvil en cuanto a móvil, que es su principal y definitoria característica. Sobre está característica funcionan todas las demás, la potencia, la materia primera, la generación y corrupción, etc.

Los ilustrados quedaron fascinados por la ciencia y creyeron encontrarse ante la ruptura entre la cosmología filosófica clásica y la ciencia natural pura. Kant propone una división que otorga papeles distintos a cada sabio a modo de rivalidad, donde cada uno tiene que justificar su razonamientos y superar al otro, incluso a partir de teorías de ciencia positiva. El menosprecio por el filósofo también proviene de que todo hombre de ciencia se considera apto para la propia filosofía, en cuanto a lo referente a elucubrar.

Esto llega hasta nuestros días, científicos que por el mero hecho de plantear cuestiones que ellos denominan “metafísicas” pretenden estudiar los problemas trascendentales como quien estudia una aletaración en un campo magnético. No entienden que, a pesar de que por ser seres humanos les compite el uso y desarrollo de la razón, no se logrará  (ni se debe) crear una filosofía empirista con el mismo grado de objetividad que un problema matemático.

Nunca perdáis de vista el papel que vuestro particular objeto de estudio desempeña en la gran representación de la tragicomedia de la vida humana; permaneced en contacto con la vida, y no tanto con la vida práctica, sino más bien con el fondo ideal de la vida, que siempre es mucho más importante; y mantened a la vida en contacto con vosotros. Si no sois capaces –a largo plazo- de explicar a cualquiera lo que habéis hecho, vuestra actividad ha resultado inútil. Erwin Schrödinger, Science et humanisme

Pongamos un ejemplo sobre esta mirada dual que desde el pensamiento moderno se ha instalado en los campos del saber. La discusión sobre en qué consiste lo “uno” del ser, tanto si es algo característico como fundamental no se puede reflejar en la física experimental debido a que la materia es infinitamente divisible, al menos a nivel matemático abstracto. Y sin embargo se debería poder defender la unicidad de igual modo que la belleza, el bien y la verdad.

Aquello que puede ser explicado desde la física experimental es distinto de lo que constituye propiamente el objeto de la filosofía de la naturaleza, a pesar de que se refieran a una misma realidad material. Por eso no puede quedar matematizadas características del ente como “lo uno” o lo múltiple, al igual que no se pueden explicar la belleza solo con el número áureo y la verdad solo con proposiciones lógicas.

Puede haber un error al intentar compaginar el significado de los conceptos físicos matemáticos con los filosóficos y metafísicos, y suponer así que la materia prima puede estar referida a la realidad subatómica; pero eso no es así. La materia objeto de estudio de la filosofía de la naturaleza no es algo determinado en cuarks, positrones y antimateria, protones, etc. sino la indeterminación que es el soporte de la forma. Cuando Heisenberg presenta su principio de incertidumbre dice:

Todo esfuerzo por comprender la variedad variable de los fenómenos debe convertirse en una búsqueda del principio fundamental. Heisenberg

Busca conocer todo lo concreto para deducir lo universal, pero no en cuanto a búsqueda de las leyes naturales sino más profundamente, buscando que la realidad se explique por sí misma. Parece que la materia se divide y se genera infinitamente, y no se encuentra una causa primera de la generación de la materia, sino que simplemente está, conformando el ente.

Lo que se mide matemáticamente es la determinación formal, pero aun así el ser no está actualizado completamente, porque la propia materia presenta accidentes que limitan la comprensión del ser. La idea platónica de que la idea está representada en los fenómenos, en geología, se podría traducir en el hecho de que la disposición de los átomos de marcan la dureza, el tipo de corte, etc. Por lo que la forma visible del mineral se corresponde con la organización molecular interna.

Sin embargo, lo único del ente no está en el hallazgo de una partícula indivisible, sino en que cada ser es único e individual a pesar de estar compuesto orgánicamente por los mismos elementos. La esencia del ser no es una idea inscrita en el ADN cognoscible a partir de la ciencia sino un aspecto que corresponde a la capacidad de asombro y de aprehensión del filósofo frente a la realidad, frente a la belleza de Dios.

Guadalupe Belmonte

Publica desde marzo de 2019

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De mayor quiero ser juglar, para contar historias, declamar poemas épicos, cantar en las plazas, vivir aventuras... Era broma, solo soy aspirante a directora de cine, mientas estudio Humanidades y disfruto con todo aquello que me lleva Dios.